Tras la expropiación, Ruiz Mateos inicia un sinfín de extravagancias públicas con el objetivo de que el caso Rumasa no quede en el olvido, como el ministro Miguel Boyer como principal diana.
En estas misiones la presencia del chófer era imprescindible, siendo el encargado de ejecutar todas las ocurrencias de Ruiz Mateos. Entre ellas está la que nunca llegó a suceder, pero podría haber sido una de las más irracionales del empresario, como bien relata su mano derecha.
Las elecciones europeas, las campañas para todas las elecciones en España y los métodos que utilizaba su equipo es otro de los puntos que aborda esta capítulo, en el que Víctor de la Cruz sigue contando todo lo que vivió cerca de Ruiz-Mateos.