Llevar una vida saludable está en la mano de cada uno. Es recomendable llevar una dieta equilibrada para mantenernos sanos tanto por dentro, como por fuera. Una solución que está en las manos de todos, especialmente en la gente con sobrepeso, son las dietas hipocalóricas.
El objetivo principal de una dieta hipocalórica es el de causar un balance energético negativo de forma diaria con el objetivo principal de adelgazar. Básicamente, se basa en consumir menos calorías de las que ganamos a lo largo del día para conseguir el propósito.
Para este tipo de alimentaciones es siempre recomendable que se realice bajo la supervisión de un nutricionista o un médico especializado. Nunca es aconsejable seguir este tipo de dietas restrictivas ni durante un periodo de tiempo extenso ni de forma autónoma. Para perder peso con una alimentación de este tipo, que disminuye entre 400 y 800 las calorías diarias, se debe hacer de forma progresiva.
Este tipo de nutrición, como todas en las que se pretende perder peso, debe cumplir dos patrones básicos: una buena hidratación y evitar comidas como refrescos, bollería, alcohol, ultraprocesados o fritos, en general.
La dieta hipocalórica nos insta a controlar las calorías diarias mediante un plan en el que estas se definen en cada comida, siempre manteniendo unos límites saludables para que no resten o mermen la energía que necesitamos para llevar sin problemas nuestro día a día.
Por tanto, los alimentos que deben incluirse en este tipo de alimentación deben ser nutritivos y que a su vez contentan un bajo número de calorías. De esta forma, nos mantendremos con energía al mismo tiempo que nuestro cuerpo ingerirá menos calorías, ayudando así a la pérdida de peso.
Estos son los alimentos que no deben faltar en nuestra alimentación a la hora de organizar un menú semanal para llevar a cabo una dieta hipocalórica.
Carnes
Pescados
Legumbres
Verduras
Frutas
Lácteos
Cereales
Hay que tener en cuenta varios factores para que la dieta hipocalórica sea efectiva. Además de mantenerse hidratado para evitar toxinas y evitar comidas que no estén incluidas en el listado anterior.
Es imprescindible evitar picar entre horas. Si entra hambre a media mañana, podemos optar por tomar un yogur desnatado o una pieza de fruta, siempre y cuando no sean hipercalóricas como las uvas o el plátano.
El almuerzo y la cena deben estar formados por vegetales y, a modo de complemento, algún alimento rico en proteínas como carnes magras, pescados o huevos. La cena debe ser más ligera que el resto de comidas, ya que al irnos a la cama no quemamos energía y lo último que comamos se quedará “retenido” en nuestro cuerpo. Por la noche deben evitarse alimentos que contengan hidratos complejos, tales como arroz, pasta, patata y pan.
Por supuesto, es más que recomendable acompañar esta alimentación con la realización de ejercicio.