Seguramente hayáis oído hablar del ‘codo de tenista’, una enfermedad que, a pesar de su nombre, no solo afecta a los ases de la raqueta, sino que, según estudios, un 3% de la población mundial la padece.
El codo de tenista es su nombre coloquial, pero su nombre médico es la epicondilitis. Se trata de una inflamación de los epicondileos, los músculos encargados de unir la musculatura del antebrazo y de la mano con el epicóndilo en el lateral externo del codo, y que se encarga de los principales movimientos de la mano.
Su nombre coloquial se debe a que afecta principalmente a tenistas, pero como decimos, puede causarle molestias a cualquier persona, aunque no hayan cogido una raqueta en su vida. Es algo que podemos sufrir si, en nuestra vida rutinaria, realizamos constantemente el mismo movimiento, como por ejemplo, trabajando delante del ordenador o en la cadena de una fábrica.
Entre los síntomas del codo de tenista no encontraréis una inflamación visible. Son los tendones los que se hinchan y ocasionan las molestias. Un dolor que puede detectarse al realizar movimientos de agarre en la mano o un daño punzante al tocar la parte lateral externa del codo.
Si tienes alguno de los síntomas mencionados, es probable que estés sufriendo la enfermedad del codo de tenista. Hay varios tratamientos efectivos para paliar y eliminar el dolor provocado en una articulación que prácticamente tenemos activa las 24 horas del día y puede ser bastante molesto de no remitir.
Por lo general, esta dolencia mejora por sí sola con el paso del tiempo. Tampoco resultan demasiado aconsejables los medicamentos para el dolor. Unas buenas sesiones de fisioterapia probablemente puedan ayudar a acelerar el proceso de recuperación.
El propio fisioterapeuta puede darnos diversas pautas con las que estirar y fortalecer de forma gradual los músculos de los antebrazos, mediante ejercicios excéntricos en los que subir y bajar las muñecas de forma lenta, aferrando con fuerza el codo con el otro brazo.
Aunque los ejercicios pueden suponer una mejora paulatina, también se pueden aplicar otros remedios caseros para minimizar el dolor, como aplicar hielo durante veinte minutos tres veces al día o el socorrido reposo siempre que sea posible para que la zona se mueva lo menos posible. El descanso es vital en cualquier lesión.
Si practicáis tenis o deportes similares, lo mejor es que os eche un vistazo el médico para sugerir una evolución o para tratar de cambiar los movimientos a realizar con el objetivo de reducir la tensión de la musculatura afectada.
Esto puede dar como detonante la utilización de medidas más drásticas, como la inyección de botox en el tendón o la punción seca. También puede llegar a ser recomendable la Tenotomía Ultrasónica, un tratamiento con el que, después de realizar una ecografía, el médico introduce una aguja en el tejido dañado, utilizando la energía ultrasónica para hacer vibrar la aguja con rapidez para que el tejido dañado pueda licuarse y succionarse.
Por último, si nada mejora en un plazo de 6 a 12 meses, la mejor solución es la de realizar una cirugía para extirpar el tendón dañado, en cuyo post-operatorio resulta clave la realización de diversos ejercicios de rehabilitación para una recuperación plena.