El clásico es el partido de los partidos. Los Real Madrid – Barcelona, y viceversa, siempre han estado marcados por la tensión y la emoción. Son encuentros que paralizan al mundo, donde se reúnen los mejores futbolistas del planeta en un espectáculo sin igual.
Y si la salsa del fútbol son los goles, en un clásico, mucho más. Eso ha dado lugar a celebraciones icónicas, que han quedado marcadas para los anales de la historia. Raúl, Cristiano, Messi...
Estas son algunas de las celebraciones de goles más imborrables de la historia de los clásicos.
Fue el primer clásico de la historia en disputarse un miércoles. Pero no será recordado por eso. El Madrid llevaba 16 años seguidos son ganar a su rival en el feudo blaugrana. Aquel año tampoco lo hizo, pero asestó un golpe psicológico. Savio metió un pase en profundidad a Raúl, quien picó la pelota sutilmente por encima de Hesp y anotó el 2-2 definitivo. Lo celebró haciendo un gesto histórico, mandando silenciar a la parroquia culé.
En 1997, el Barça se imponía por 2-3 en el Santiago Bernabéu. En aquel equipo destacaba Rivaldo, pero fue de otro brasileño de quien nos acordamos por su celebración en el tanto de la victoria.
El carioca Giovanni festejó el tanto definitivo dedicándoles tres cortes de mangas a la afición del Real Madrid.
A Cristiano Ronaldo siempre le ha motivado especialmente tener al público en contra. Disfrutaba en el Camp Nou con eso. Por eso, y como el mandar silencio ya estaba cogido por Raúl, el astro luso optaba por pedir calma al graderío barcelonés, en un gesto histórico y que repitió en más de un clásico.
La tradición se inició en 2012, cuando marcó el 1-2 definitivo que daba la victoria a los merengues. Después de pedir tranquilidad, se señalaba a sí mismo para remarcar que ahí estaba él.
En las postrimerías del clásico de 2017 en el Bernabéu, Messi anotó el 2-3 definitivo que daba la victoria a los culés. El astro argentino marcaba su gol 500 con la camiseta del Barça.
La celebración fue, precisamente, mostrar esa camiseta a su afición enemiga. Plantado en el césped y mirando desafiante, pero sin hacer un solo gesto. Una instantánea de póster.
Luis Enrique dejó el Real Madrid para fichar por el eterno rival: el Barça. El asturiano no solo nunca tuvo remordimientos, sino que celebró sus goles en el Bernabéu con rabia, estirándose su camiseta y desafiando al público.
Una imagen que le cuesta asimilar a los aficionados merengues.
En un duelo de la Supercopa de España, el crack portugués decidió imitar la celebración que Messi había realizado con anterioridad en el Bernabéu, quitándose su camiseta y enseñándosela al Camp Nou, muestra de la rivalidad entre estos dos jugadores, extrapolada de la enemistad entre ambos clubes.