Carlos Sainz es uno de los deportistas españoles más importantes de la historia de nuestro país. Su carrera en el mundo del automovilismo es histórica, y mención especial merece su pericia al volante, con la que consiguió dos campeonatos del Mundo de rallies.

Tras haber ganado durante dos años consecutivos el campeonato de España, Sainz dio el salto al Toyota Celica para participar en el campeonato del Mundo de rallies en 1989, temporada en la que quedó en octava posición.

Tras acabar la temporada con un tercer puesto en 1000 Lagos de Finlandia y un más que meritorio segundo puesto en el Rac de Inglaterra, se había ganado el mérito para convertirse en el primer piloto del Toyota Team junto a su inseparable Luis Moya.

Así dieron comienzo las 11 pruebas con las que Carlos Sainz se llevó su primer campeonato del mundo de rallies, convirtiéndose desde ese instante en historia del automovilismo español.

La temporada comenzaba con un segundo puesto en Montecarlo. Todo hacía indicar que el trazado, sin nieve, sería perfecto para los Toyota. De hecho, Sainz dominó la prueba durante varios tramos, pero tuvo que conformarse con una nada desdeñable segunda posición. Los Lancia mejoraron en la parte final y Didier Auriol se llevó la corona de laurel.

El rally de Portugal fue especialmente duro, ya que muy pocos participantes pudieron terminar. Sainz no fue uno de ellos. Un problema en la caja de cambios en el Celica daba al traste con sus opciones de victoria.

El Rally Safari sería un punto de inflexión, ya que los tres coches de Toyota quedaron entre los cinco primeros, hecho que daba esperanzas de buenos resultados en carreras venideras. Sainz no pudo correr con su propio coche y tuvo que usar el vehículo reserva de su compañero Waldegaard, con el que concluyó en cuarta posición.

En el Tour de Corse también lo tuvo en la mano. Al igual que en la primera carrera del campeonato, Sainz quedó segundo, a 36 segundos del Lancia de Auriol.

La victoria, que se resistía, llegó por fin en el Rally Acrópolis. Las pistas helenas de grava favorecieron el pilotaje del madrileño quien arrasó hasta llevarse la primera victoria en el Mundial de Rallies de su carrera, llevándose además el primer puesto del Mundial, de forma momentánea, con cinco puntos de ventaja.

Los éxitos para Carlos Sainz continuaron en el Rally de Nueva Zelanda, donde la gravilla fue la principal aliada del piloto español una vez más. Los Lancia no estuvieron presentes, lo que permitía que la renta de puntos aumentara considerablemente.

En el Rally de Argentina las condiciones no fueron tan plácidas. Un error en las notas hizo que el automóvil de Sainz y Moya volcara. Pero pudieron seguir compitiendo hasta lograr un más que meritorio segundo puesto.

El Rally de los 1000 Lagos fue otro punto clave en la temporada. Una pista siempre complicada debido a las condiciones climatológicas y del terreno. Sainz ya cuajó un enorme resultado con un podio la temporada anterior, pero se superó llevándose la victoria y convirtiéndose en el primer piloto de origen no nórdico en ganar allí.

Quedaban pocas carreras para alcanzar la gloria, que se acercó en el Rally de Australia, en el que, tras un duro trazado, Sainz quedó segundo tras Juha Kankkunen. Un puesto que le hizo depender de sí mismo para convertirse en Campeón del Mundo.

Lo hizo matemáticamente en San Remo, en un circuito ducho para los Lancia. Pero Sainz sacó todo su talento al volante. Incluso tras sufrir un contratiempo que le hizo perder posiciones, fruto de la tensión, supo rehacerse y escalar hasta la tercera posición, lo que le serviría para convertirse en vencedor de forma matemática a falta de una carrera. Y que Toyota también hiciera lo propio.

Para poner la guinda, Sainz también venció en la última prueba de la temporada en el Rally RAC de Inglaterra. El primer piloto español campeón del mundo de rallyes.