93,8k seguidores en Instagram, un canal propio de youtube... la fama de Rudolph Ingram crece como la pólvora y no es para menos. Verle jugar al fútbol americano hipnotiza y dentro del terreno de juego no hay quién le pille. Las comparaciones con el resto de pequeños de su edad son imposibles porque su habilidad y velocidad están a años luz del resto de niños con los que Rudolph se cruza en el parque.
El pequeño, que juega como corredor en el equipo de su colegio, no solo fascina por su técnica sino también por lucir un llamativo físico, muy desarrollado para su edad. Fuertes brazos, abdominales marcados... algo no muy propio en niños que como él apenas miden 91,5 cm de alto y pesan 21kg.
Pero lo cierto es que sus marcas asombran. Rudolph corre los 100 metros lisos en 14,9 segundos y no nos extraña que ya le apoden "Blaze" (llamarada). Pero ¿de dónde le viene a Ingram tanta pasión y dedicación? Quizás en eso haya influido que su padre, tutor y gestor de todas sus cuentas sociales y de su emergente carrera, sea entrenador de fútbol americano y le haya llevado con él a los campos de entrenamiento casi desde el día de su nacimiento.