No hay mayor vínculo que el que tienen madre e hijo cuando aún el bebé no ha nacido y por eso es importante que una vez esté fuera esa relación se siga reforzando.
Por eso existen técnicas como la matronatación. Muchos se preguntarán qué es esto. Daremos una definición para que quede claro en qué consiste.
Son una serie de actividades acuáticas que tienen como fin la estimulación del bebé, reforzar el vínculo paterno-filial a través del agua y para aprender a flotar.
Esto no son clases para aprender a nadar. Este método se puede empezar a llevar a cabo a partir de los cuatro meses hasta los tres o cuatro años y sería entonces cuando los niños pudieran comenzar a recibir instrucciones de natación.
Un bebé aprende antes a moverse sobre el agua por la experiencia que tiene en la barriga de la madre que a gatear o a andar.
Desde que el pequeño abandona el hospital, desde casa tiene que familiarizarse con el agua a través de los baños. Una vez que ya se haya adaptado a esto hay que comenzar a bajar la temperatura de la bañera hasta llegar a los 32 grados para que cuando vaya a la piscina no note tanto cambio. Este paso es muy importante ya que si se hace de manera brusca puede ser malo para él.
También es bueno que los padres se bañen con el bebé para que aprendan a manejarse con él dentro del agua y que vaya aclimatándose cada vez más a las sensaciones.
Dos recomendaciones que se deberían tener en cuenta a la hora de estos baños es que ninguno de los progenitores salga con el niño cogido de la bañera, podrían resbalarse y tener un percance. Lo mejor es que otra persona lo coja desde fuera y luego ya salga el adulto. La otra premisa a tener en cuenta sería que el bebé no debe de meterse en una piscina hasta que no tenga tres o cuatro meses y las primeras sesiones deben de ser cortas para que él se vaya acostumbrando.