La agilidad es, quizás, una de las cualidades físicas que, quizás, menos se desarrollan con entrenamientos específicos durante la infancia. No obstante, los ejercicios de entrenamiento de la agilidad son esenciales para desarrollar el rendimiento y la capacidad de los más jóvenes y les ayudan a introducir hábitos saludables, una posición corporal adecuada, el equilibrio y la coordinación.
Antes de nada, es importante saber qué es lo que conocemos por agilidad. Se trata de la capacidad de cambiar de dirección sin perder el control del cuerpo y se realiza con velocidad y soltura. Es innata a todas las personas, pero hay maneras de desarrollarlas, como cualquier cualidad física. El entrenamiento de agilidad para niños mejora el rendimiento y reduce al mínimo las lesiones de los pequeños a la hora de la práctica deportiva o en su vida diaria.
La agilidad tiene una relación muy estrecha con la velocidad que tiene el cerebro en recibir una información, procesar y generar una acción. Los niños ágiles son aquellos que su sistema nervioso tiene la capacidad de visualizar una situación, procesar qué hacer y hacerlo rápidamente y de manera correcta.
Por ello, el entrenamiento de agilidad para niños genera una serie de cambios positivos en el organismo de los menores. El sistema nervioso transmite la orden de movimiento a los músculos mucho más rápido, provocando que estos músculos se muevan de manera más rápida. Este descenso en el tiempo de reacción convierte a los niños en más ágiles.
Al mismo tiempo, los llamados reflejos también son más instantáneos. Gracias a esto, los sistemas de protección ante caídas, golpes, etc. logran tener la capacidad de reaccionar más rápido, evitando daños o lesiones. Un ejemplo claro de esto es la virtud de caer bien cuando son derribados o el evitar una pelota que les va a golpear en la cara.
Finalmente, el entrenamiento de agilidad para niños hace que se desarrolle una velocidad visual superior, algo indispensable para lograr una excelente lectura de la situación en la que se encuentra y que le ayuda a solventarla de manera más rápida y precisa.
Entrenar la agilidad en los más pequeños no requiere de un material específico o de clases costosas, ya que en elementos cotidianos se pueden hacer ejercicios que mejoren su capacidad de reacción y velocidad. Lo único que cambia es el músculo que se ejercita, porque siempre estarán presentes el ojo, que guía las acciones de sus miembros, y el cerebro, que se encarga de mandar la información que habrá que seguir.
Además, este tipo de ejercicios suelen ser al aire libre, beneficiosos para su salud y los niños lo encuentran muy divertidos y apasionantes, sobre todo si tienen algún amigo o hermano con el que competir.
Gateo. Aunque no lo parezca, los ejercicios de carreras donde esté involucrado el gateo son bastante efectivos. Al obligar a las cuatro extremidades a moverse coordinadamente, este tipo de entrenamiento, sobre todo si se hace a velocidad elevada, incrementa la agilidad de base.
Carreras de obstáculos. No tienen que ser las vallas de competición de una carrera de obstáculos, sino que lo importante es establecer un recorrido en el que los niños deban solventar un determinado número de obstáculos, ya sea saltando, rodeando o esquivando. Este tipo de ejercicio favorece, de manera intensa, la coordinación, la resistencia y la velocidad, algo que incide de manera directa en la agilidad del niño.
Saltar la comba. Mediante su práctica, a priori bastante simple, se ejercita la resistencia aeróbica de los niños y su agilidad. Hay múltiples formas de enfocarlo, ya que se puede saltar la cuerda en combinaciones de un pie, el otro, o ambos juntos, a altas velocidades.
Pilla pilla. Tomando como base el popular juego infantil, en el que un niño debe alcanzar a otro y éste ha de escapar en un espacio no demasiado amplio, se pueden introducir variaciones (tiempo, distancia u otras características) y convertir algo muy divertido para los pequeños en un entrenamiento de agilidad para ellos.
Ejercicios en una escalera. Subir y bajar una escalera a toda velocidad, pisando cada peldaño con un pie correspondiente y sin saltarse ninguno, permite potenciar la agilidad y la coordinación de los pies, a la par que tonifica los músculos.
El juego del pañuelo. Otro juego infantil que de por sí fomenta la agilidad de los niños, ya que entran en juego la velocidad, la capacidad de reacción y la soltura para escapar.
Zigzag. Un ejercicio que potencia la velocidad y la agilidad es la carrera en zigzag. La manera de montarla es bastante simple, ya que únicamente se necesitan una serie de conos u otro tipo de objetos que los niños han de sortear en una carrera en línea recta sin derribar ninguno.
Bailar. Bailar es una forma de ejercitar la agilidad muy divertida y que se puede realizar en cualquier lugar. Gracias al baile, los niños empiezan a enseñar al cuerpo a seguir el ritmo de la música.
Prácticas de deporte en equipo. Baloncesto, fútbol, hockey, etc. son deportes de equipo que son un perfecto entrenamiento para la agilidad, al mismo tiempo que hacen deporte y desarrollan el compañerismo y el trabajo en equipo.
En resumen, la agilidad en los niños es muy importante y desarrollarla es beneficioso para ellos. Lo bueno es que los entrenamientos y ejercicios para potenciarla son fáciles y divertidos, con lo que los más pequeños estarán encantados de llevarlos a cabo.