El mundo del motor ha vuelto a teñirse de luto con el fallecimiento de Andreas Pérez. El piloto español de 14 años murió tras caerse en la curva 5 de Montmeló al ser arrollado por otros pilotosdurante una carrera de la categoría de Moto3 del FIM CEV. Su muerte ha reabierto el debate sobre la precocidad con la que estos jóvenes pilotos se suben a motos que pueden llegar a los 240 km/hora en una recta.
Desde la Real Federación Motociclista Española desatacan la baja tasa de mortalidad de pilotos de motociclismo menores de edad: “En el campeonato de España, desde 1998 solo hay un fallecimiento en 2006, Rubén Torres. El caso de Andreas Pérez corresponde a una competición de índole mundial FIM, aunque haya sido en un circuito en España”.
Pese a que el dato es tan bajo, desde las escuelas apuntan la importancia de concienciar a los más pequeños del peligro real que tiene subirse a una moto. Para ello existen dos formas: inculcar la importancia de la seguridad y hacer un entrenamiento psicológico. Iván Garrido, director de la Escuela de Motociclismo Villarace, nos cuenta el método que siguen: “Lo primero, ante todo, es la seguridad y luego depende de la edad y del nivel. Cuando son muy pequeños, los psicólogos trabajan más con los padres para que sepan cómo tratar con los niños en una actividad como ésta con el riesgo que tiene. Se les debe tratar como niños y no como pilotos. Luego, si van progresando y empiezan a correr en competiciones, sí que los psicólogos trabajan más con ellos”.
Francisco Javier Caballero, presidente de la Escuela de Motociclismo 12+1, va en la misma línea: “Ante todo seguridad. Todos los niños deben ir con el mono, casco y demás protecciones homologadas, sino no pueden correr. Además, contratamos psicólogos para que hablen con los niños y con sus padres. De hecho queremos hacer una actividad con un psicólogo profesional que está en el Mundial de MotoGP para que venga a dar una charla o una clase a las familias y a los niños para concienciarles de lo que están haciendo”.
Desde estas escuelas, además, resaltan que su objetivo no es el de formar pilotos profesionales sino el de que los niños se diviertan y lo vean como una actividad extraescolar y destacan por encima de todo la importancia de la seguridad. Así lo explica Alfredo G. Cachero, director de la Escuela Motociclista: “Una de las cosas que más se inculca es la importancia de ir protegido. La forma de prevenir es ir siempre protegidos. Cualquier niño, por muy pequeño que sea, sabe que debe ir protegido para subirse a la moto. Eso lo tienen inculcado y no se suben si no van bien equipados”.
Respecto a si son maduros o no para afrontar este tipo de situaciones, las opiniones difieren. Garrido cree que, más que de la edad, depende mucho más del nivel al que compitan: “En un campeonato como el de Andreas sí son conscientes porque para llegar a ese nivel ha tenido caídas y lesiones y ha visto lo que pasa. Creo que sí son conscientes porque se les trata como profesionales, pero un niño de seis años no lo va a tener asumido”. Francisco Javier Caballero, sin embargo, no opina lo mismo: “Sí, son conscientes desde los cinco años. Obviamente hay niños y niños, pero nuestra experiencia nos dice que sí son conscientes del peligro”.
Algunos de estos jóvenes pilotos fueron conscientes del peligro cuando un amigo o compañero suyo sufrió un accidente y decidieron dejarlo. Así lo explica Iván Garrido: “Igual que un adulto cuando tiene un accidente dice no voy a conducir más, a un niño puede pasarle lo mismo. Tienen que estar preparados y debemos hablar con ellos, pero nunca se les puede forzar a que se suban a la moto tengan la edad que tengan”. El director de la Escuela Motociclista apunta en la misma dirección destacando que: “Pueden tener su momento de pasar miedo y decir me puede pasar a mí. Si eso llega a ocurrir y les afecta, es mejor que lo dejen”.
Todos coinciden, sin embargo, en que, pese a las caídas, las lesiones son poco habituales. “Lo normal es que no haya lesiones y cuando las hay suelen ser mínimas. Si estuvieran todo el día ‘rotos’, no se subirían a la moto. La siniestralidad es muy baja para todo lo que montan”, apunta el director de la Escuela Villarace. Alfredo G. Cachero coincide: “Las caídas son parte del entrenamiento. Es normal que se caigan tres, cuatro o cinco veces en un día y que las consecuencias sean mínimas”.
Finalmente, a modo de resumen y atendiendo a las declaraciones de Garrido, G. Cachero y Caballero, podríamos sacar las siguientes conclusiones: los pilotos menores de edad en España se forman de una manera reglada y vigilada; la siniestralidad es muy baja; se les entrena de manera psicológica para que sean conscientes del peligro de subirse a una moto; y se les inculca la seguridad por encima de todo.