Para los amantes de la Fórmula 1, el GP de Monza lo tuvo todo. Carlos Sainz nos volvió a recordar aquellos años con el corazón en un puño esperando a la última vuelta para celebrar las victorias de Fernando Alonso, una sensación que hacía mucho tiempo ya que el público español no experimentaba. El piloto madrileño se tuvo que conformar con el segundo puesto en Italia en una carrera apasionante de principio a fin.
Si hay algo que le está faltando al piloto de Mclaren esta temporada, es la suerte. Una bandera roja privó al ex de Renault de la que podría haber sido su primera victoria en la Fórmula 1. Carlos Sainz salía tercero y antes de la primera curva ya había superado a un Bottas con muchos problemas de sobrecalentamiento del motor, y tras el español, Lando Norris.
Los dos pilotos de Mclaren se colocaron detrás de Hamilton durante las primeras vueltas, algo impensable para el equipo británico hace unos años, cuando estaban luchando en la parte baja de la parrilla. El lío vino tras el abandono de Magnussen. El piloto de Haas dejaba su coche aparcado unos metros antes de la entrada a boxes, aunque parecía un sitio seguro, dirección de carrera decidió sacar el coche de seguridad, y entonces se lió la mundial.
Y solo una vueltas después, un accidente fortísimo de Charles Leclerc provocaba la bandera roja. Hamilton, que tenía una sanción de diez segundos por haber entrado a cambiar neumáticos con el pit lane cerrado, quedaba prácticamente eliminado en la lucha por el podio. A Carlos Sainz le fastidió sus opciones de victoria, y mucho. Gasly se colocaba primero, había cambiado neumáticos justo antes de la bandera roja, y Stroll segundo, que los cambió durante el parón.
Al piloto español le tocaba remontar. Tras quitarse a Raikkonen, Giovinazzi y compañía, Carlos Sainz fue a por Stroll, y tras adelantar al piloto canadiense, fue a por Gasly. Con el cuchillo entre los dientes, fue a por el piloto francés, y a punto estuvo de adelantarle. De hecho, de haber tenido una vuelta más, estaríamos hablando de otro desenlace. Una lección de esfuerzo, concentración, buen pilotaje y ganas de más en casa del que el próximo año será su equipo, Ferrari. Unos Ferrari que acabaron abandonando a las primeras de cambio, consumando el que es sin duda el peor año del equipo rojo en las últimas décadas.