Cómo funciona el ABS de un coche
El ABS ayuda a que los neumáticos no se bloqueen en caso de frenada brusca
Este sistema es obligatorio en la Unión Europea desde junio de 2004
La tecnología, paulatinamente, viene en nuestra ayuda para mejorar nuestras vidas, hacerlas más cómodas y, también, más seguras. En el caso del automóvil esto es más que patente. Los coches son cada vez más seguros, tanto a la hora de evitar accidentes como para hacer que las consecuencias de las colisiones no sean tan dramáticas, y han ayudado a que las muertes en carretera en nuestro país hayan descendido de forma considerable en los últimos 30 años.
Uno de los elementos que ha colaborado en incrementar la seguridad del automóvil es el ABS. ABS son las siglas de "Anti-lock Braking System", que se traduce en español como "Sistema Antibloqueo de Frenos". En pocas palabras, se trata de un sistema que varía la fuerza del frenado para evitar que los neumáticos pierdan adherencia sobre el asfalto. Su llegada al automóvil, no obstante, no es nueva, ni mucho menos.
Pensado inicialmente para la aviación, este sistema de seguridad se introdujo por primera vez en un coche en el año 1978 gracias a Bosch y, poco a poco, fue formando parte de los elementos del automóvil, primero aterrizando en los coches de gama alta, para luego establecerse en la mayoría de ellos. De hecho, el 75 por ciento de los vehículos que se fabrican en el mundo ya cuentan con este elemento y es obligatorio en la Unión Europea en todos los coches nuevos que se fabrican desde el 1 de junio de 2004.
Cómo funciona el ABS de un coche
El principal cometido del equipo de frenos de un vehículo es reducir la velocidad a la que se desplaza y lo hace intentando lograr que las ruedas dejen de dar vueltas. No obstante, y a causa de la inercia, es posible que el coche siga en movimiento aunque las ruedas estén completamente paradas, algo que provoca que perdamos el control de la trayectoria que queremos seguir.
Así, si, por ejemplo, se bloquean las ruedas delanteras, no tendremos capacidad de dirigir el vehículo hacia donde deseamos ni capacidad para evitar un obstáculo (otro coche, un peatón, un árbol, un animal, etc.) que aparezca en nuestra trayectoria. Para evitar el bloqueo de las ruedas, tenemos el ABS.
Cuando frenas en una situación normal, pisas el pedal de freno y lo que haces es empujar un líquido que actúa sobre los frenos de las ruedas. Si las ruedas se bloquean, basta con levantar un poco el pie del freno para que vuelvan a girar. Y esta es la lógica con la que funciona el sistema ABS. Formado por sensores de velocidad, bomba, válvulas y una unidad de control, el sistema ABS recibe constantemente información de la velocidad de giro de cada una de las ruedas.
En el instante en el que la velocidad de una de ellas es menor que la de las demás, esto indica que está bloqueada o que está a punto de hacerlo, lo cual hace que la unidad de mando dé la orden de quitar presión al freno de esa rueda para igualar su velocidad de giro con la de las demás.
Cómo debemos usar el ABS
La actuación de un conductor de un coche con sistema ABS es muy similar a la que podía llevar a cabo una persona que condujera un automóvil sin este sistema de seguridad: frenar si quieres reducir la velocidad y levantar el pie del freno cuando ya no quieres frenar más. No hay más.
La única diferencia se produce en una frenada extrema o de emergencia. En un coche sin ABS debemos pisar el pedal a fondo, soltar rápidamente si sentimos que las ruedas comienzan a patinar, girar el volante cuando notemos tracción para evitar el obstáculo y volver a frenar una vez superado el mismo.
En un automóvil con ABS todo es más simple. Hay que pisar a fondo el freno y el embrague (para evitar que se nos cale el coche) y dejar que el sistema trabaje. Un coche con ABS nos permite girar el volante (y que el coche siga nuestras indicaciones) y evitar el obstáculo mientras frenamos con todas nuestras fuerzas.
Dudas sobre el ABS
Una de las falsas creencias sobre el ABS es que te ayuda a frenar más rápido y evita accidentes por alcance, pero esto no es así. El propósito principal del ABS no es ayudar a los coches a detenerse más rápido, sino ayudar a que los conductores mantengan el control de sus vehículos en situaciones de frenada brusca.
En condiciones ideales, los vehículos equipados con ABS generalmente experimentan distancias de frenado más cortas que los que no lo tienen, pero no es algo que garantice el ABS, sino un efecto secundario.
El sistema ABS ha evitado millones de colisiones desde su llegada al automóvil y ha reducido el número de fallecidos y la gravedad de los accidentes en las carreteras de todo el mundo. Sin embargo, a pesar de su utilidad, lo más importante es que a la hora de coger el coche redobles la atención y optes por una conducción que no sea agresiva, manteniendo una velocidad y una distancia de seguridad adecuada para evitar tener que hacer frente a una frenada de emergencia.