En el año 2009 se inauguraba en España Motorland Aragón, el último gran circuito de velocidad de nuestro país. Lo hacía en Alcañiz, en la provincia de Teruel, una de las cunas del motor español, y con la garantía de estar firmado por Hermann Tilke, uno de los grandes diseñadores de circuitos de todo el mundo que, además, estuvo asesorado por Pedro Martínez de la Rosa.
Desde 2011, Motorland es la sede del Gran Premio de Aragón de MotoGP, la cuarta prueba del Campeonato del Mundo de Motociclismo que se celebra en España, y se ha convertido por méritos propios en un clásico del Mundial. Lo ha conseguido gracias a un circuito apasionante y completo que ha sabido combinar largas rectas con 19 curvas, 9 a izquierdas y 10 a derechas, solo aptas para los mejores.
Una de las grandes características del trazado aragonés es sus constantes desniveles, ya que tiene muchas subidas y bajadas en las largas rectas. De hecho, hay quien compara a Aragón con el famoso circuito de Laguna Seca y su 'sacacorchos', por los cambios que tienen que hacer los pilotos. En total, desde el punto más alto del trazado hasta la curva 16, que es la más baja, hay un desnivel de 80 metros de diferencia.
La recta de meta mide más de un kilómetro y los pilotos tienen que hacer muchos segundos en sexta a fondo para, poco después tener que meter primera en alguna de las curvas. Pero esa largas recta no significa que sea un circuito solo para motores potentes, ya que las 19 curvas que se insertan en medio del trazado obligan a trazar muy fino si se quiere marcar la diferencia.
La longitud del circuito de Motorland es de 5.077 metros para las carreras de MotoGP, aunque está homologado también para recibir pruebas del mundial de Fórmula 1. En ese caso, el trazado se extiende hasta los 5.344 metros ya que la última parte del recorrido es ligeramente diferente a las competiciones de dos ruedas.
El propio director general del circuito, Santiago Abad, explica cuáles son los puntos más decisivos del trazado aragonés: "La curva 3 es rapidísima y hay que afrontarla con precaución porque si tiras muy pronto la moto, la propia velocidad te saca fuera. Y nada más salir te encuentras con la curva 4, a la que llegas muy abierto y tiene una frenada muy compleja que obliga a los pilotos a tocar el piano, igual que en la 6".
Los ingenieros tienen que luchar para conseguir que la moto sea capaz de tener una gran potencia, para las largas rectas, pero también distribuir la carga de peso para que no afecte a las zonas de curvas. De hecho, en la primera parte en subida los pilotos demandan más peso en la zona delantera de la moto, pero ese exceso de peso puede provocar que no puedan frenar en el momento exacto que lo necesitan en las curvas que se enlazan a continuación. Esa situación demanda un trabajo que pilotos e ingenieros tienen que llevar a cabo mano a mano.
Uno de los pocos pilotos que pueden presumir de tener una curva dedicada es Marc Márquez. El mejor piloto de la última década inauguraba en 2018 un monolito en la curva 10 que sirve como homenaje y que no está escogida al azar: "Podían haber elegido la curva que está frente a la grada de mi Fan Club, pero no, tenía que ser una curva de izquierdas, que son las que más me gustan, las que mejor se adaptan a mi pilotaje; también tenía que ser una curva arriesgada, en la que fueras de más a menos, metiendo marchas, entras en segunda, pones tercera, cuarta y, cuando la cabeza te pide cortar, el corazón te pide seguir retorciendo el puño del gas y eso es lo que me gusta de esta curva. Es arriesgada, ciega y vas a saco".
Además de Marc Márquez, también tiene su curva Carlos Checa. En su caso es la curva número 3 y allí se instaló una escultura con un 7 como el que lucía el magnífico piloto catalán cuando estaba en activo. Checa fue el primer piloto al que Motorland Aragón homenajeó dedicándole una de las 19 curvas del trazado.
El circuito de Motorland y el Gran Premio de Aragón de MotoGP son una de las grandes citas del Mundial de Motociclismo cada año. Los pilotos convierten esta cita en una de las más apasionantes de todo el año y los aficionados llenan cada año las gradas sabiendo que asistirán a un gran espectáculo a dos ruedas abriendo mucho gas.