Mateu Lahoz es uno de los grandes de nuestro fútbol.Venerado por muchos y no tanto por otros, Mateu tiene muy claro cómo hace las cosas y no las va a cambiar por nada, pues “mi profesión es mi pasión”.
Aunque apuntaba a interior izquierda de calidad, Mateu se decantó por el arbitraje cuando pudo jugar en Tercera División. Mateu llegó a jugar para las categorías inferiores del Valencia CF, y cree que ser de un equipo y arbitrar son completamente compatibles: “A mí me llegaba el Castellón por Pedro Alcañiz y el que más resonancia tenía era el Valencia CF. Con 16 años, estaba dando patadas a un arco a las nueve de la noche por frustración de habernos metido siete (el Karlsruher, en 1993). Pero con los años se pierde el forofismo”.
Es famosa la manera de arbitrar de Mateu: dejar jugar lo máximo posible. “Si pitas las faltitas, paras mucho el juego y asumes menos riesgos. Lo importante es saber cuánto fútbol efectivo se juega, más que cuántas faltas pitas.” Esta forma de pitar fue agradecida por Pep Guardiola: “Pep Guardiola, en privado, en el Barça y en otros equipos, me ha dicho que le gusta cómo arbitro…”
El árbitro habló también de algo que le persigue desde hace tiempo: su afán de protagonismo. Mateu trata de alejarse de ese estatus con la profesionalidad que le demanda su trabajo: "Es algo que no controlo. Los que te tildan de ese protagonismo son los que mandan de él. Es un concepto surrealista: no tengo ningún protagonismo, soy un enamorado del fútbol, lo vivo en primera persona. Lo puedo oler, oír, sentir."