A finales de los 80 y en toda la década de los 90, Madrid, y más concretamente la plaza de Colón, fue la meca de España, y casi de Europa, a la que todos los skaters querían ir a patinar. Sus bordillos, escaleras y estructuras metálicas permitían a los mejores riders practicar su deporte favorito a la vez que suponían un espectáculo para todos los públicos.
Tras esa etapa dorada, las autoridades prohibieron patinar en la famosa plaza y la su relevancia cayó en picado. Un período de cambio en el que desaparecieron numerosos spots y en el que muchas promesas del skate decidieron emigrar, de forma casi obligada, a otras ciudades con el propósito de hacer carrera en el skateboarding.
Al tiempo que estos jóvenes se marchaban a otros lugares como Barcelona, nació una generación que tuvo muy difícil practicar este deporte en la capital. Sus calles nunca han sido fáciles de patinar y había poca presencia de ‘spots’ (zonas urbanas convertidas en centros de concentración de skaters) y ‘skateparks’ (zonas recreativas especialmente diseñadas para la práctica del skate).
Los planes urbanísticos de los últimos años han permitido la aparición de nuevos spots. Además, zonzas como Legazpi, con del desarrollo de Madrid Río, o barrios modernos como Sanchinarro, cuentan con nuevos skateparks que ya se han convertido en dos de los más importantes hoy en la capital. A esto se suma la organización de eventos y la proliferación de skateshops que han resucitado este deporte en Madrid. No obstante, la ciudad está lejos aún del reclamo que supone Barcelona, hoy por hoy, el punto de referencia para cualquier skater que visita España.
Ahora la nueva Ordenanza de Movilidad Sostenible presentada por el Ayuntamiento de Madrid pretende prohibir el uso del monopatín en las calles Si bien la ciudad cuenta con skateparks (no tantos como ciudades como Barcelona), la comunidad skater ya ha ha manifestado su rechazo a esta propuesta defendiendo la idea de que el skate es mucho más que un deporte.