Gareth Bale fue fichado como uno de los galácticos a la altura de Cristiano Ronaldo. Pero su rendimiento no ha dejado de estar en duda desde que se puso, por primera vez, la camiseta del Real Madrid.
Un rendimiento muy por debajo del esperad, sobre todo en las dos últimas temporadas, en las que se esperaba que el galés llevara las riendas del equipo ante la marcha de CR7 a la Juventus. Una cifra habla por sí sola: se ha cumplido un año del último gol de Gareth Bale en el Santiago Bernabéu.
El 16 de maro de 2019 se enfrentaban Real Madrid y Celta de Vigo en el coliseo blanco. El equipo de Zidane, que acababa de regresar al banquillo merengue, prácticamente afrontaba sus partidos como un trámite, ya que habían perdido todas las opciones en Liga y estaban eliminados de Copa del Rey y Champions League.
Fue para poner el 2-0 y su octavo tanto en liga. Era el minuto 77 y Bale remataba un centro medido de Marcelo. El remate besó el poste y entró. Curiosamente, fue con su pierna derecha. Desde entonces, no se ha vuelto a cantar un gol de Gareth Bale en el Santiago Bernabéu. Ha pasado un año. Un bagaje muy pobre para un fichaje que costó más de cien millones de euros.
Hay varios factores que han motivado el pobre rendimiento de Bale en los últimos meses. Uno de ellos le ha acompañado durante muchos partidos en todas las temporadas desde que viste de blanco: las lesiones.
Sus lesiones musculares, además de los problemas en el tobillo, han sido desencadenante para que los minutos de Bale en el Bernabéu esta temporada se cuenten con rapidez. De hecho, solo ha disputado un partido completo en el feudo blanco. Fue en la segunda jornada, en el 1-1 ante el Real Valladolid.
Otro aspecto a tener en cuenta es su relación con Zidane, que ya sabemos que no es buena. El entrenador francés no lo quería a comienzo de temporada, de hecho, se trabajó en buscarle una salida. De hecho, en alguna ocasión, como contra Osasuna, el 11 blanco no ha ido convocado.
A eso hay que sumarle su característica apatía, con la que ha dejado situaciones un tanto surrealistas, como marcharse a Gales tras perder en Vallecas el año pasado sin pedir permiso, abandonar los partidos antes de tiempo o la recordada bandera que portó cuando su selección se clasificó para la Eurocopa: Gales, Golf. Madrid.
Esa escasez de sangre, tan reclamada en Chamartín, ha sido uno de los puntos clave para que la mayoría de encuentros de Bale en el Bernabéu hayan sido inocuos. La presión del aficionado blanco, que silba a sus jugadores en cuanto no se dejan la piel en el campo, ha incomodado también al jugador en más de una ocasión. Es cierto que ha aportado mucho en la etapa de gloria reciente del club blanco, pero está claro, que la desidia de Bale, parece haber alcanzado su límite. Ahora, solo queda esperar para saber qué pasará con su futuro.