Pero el problema no es que la prensa nacional se haga eco de una cosa así, ni siquiera que una goleada de este tamaño se produzca es lo peor de todo. Al investigar sobre el tema de los sonrojantes resultados en el fútbol encontramos comentarios como el de alguien que se presenta como entrenador de alevines y que asegura que durante su carrera “hemos goleado y nos han goleado. El fútbol es así y los niños aprenden a ganar y perder con partidos así, me parece que hay padres que tienen la piel muy fina”.
No caballero, el fútbol no es así, al menos el fútbol base. Esto hay que pararlo pero ya. La pasada semana nos escandalizábamos con un resultado de 24-0 en un partido de cadetes (menores de 16 años) en Valencia que podemos llegar a justificar por la edad de los jugadores. Pero desde luego una goleada de 47-0 no debería tener cabida en un partido de alevines, repetimos menores de 12 años. Y no, los niños no aprenden a ganar y perder con partidos así porque así no se aprende absolutamente nada.
El fútbol, a pesar de ser el rey del deporte base, va por detrás en muchos aspectos si lo comparamos con otros deportes. El asunto de las goleadas es un debate que viene de muy lejos. Ya el capitán de la selección española campeona del mundo, Iker Casillas, decía que el único objetivo que tenía como portero de las categorías inferiores del Real Madrid era no encajar ningún gol porque su equipo siempre ganaba por goleada y aunque el resultado fuese de 10-1 los palos le caían por haber recibido ese gol.
Ya en otros deportes de equipo, para atajar marcadores ajustados, se han implementado varias normas. En el baloncesto madrileño, cuando se trata de menores de 12 años, no solo se deja de contar el marcador cuando un equipo logra 50 puntos (25 canastas porque no hay triples) sino que además, si hablamos de ligas escolares de hasta siete años, no se puede presionar en toda la cancha. Eso sí, cambios, tiempos muertos y demás normas continúan igual.
Por otra parte, en rugby para menores de 14 años el acta se cierra con 30 puntos de diferencia (seis ensayos). Gracias a eso los entrenadores pueden hacer cambios ilimitados o incluso, si lo el entrenador rival lo permite, contar con jugadores del equipo contrario para igualar el nivel de juego.
En Castilla-La Mancha, el balonmano, hasta 12 años, para el resultado a los 25 goles a 0 y si los entrenadores pactan otras normas con el árbitro se pueden aplicar. Si no es así, el partido continúa y el resultado ya no cuenta, permitiendo a los entrenadores hacer jugar a quienes menos minutos juegan cada fin de semana.
Está claro que el fútbol debería tomar algunos de estos ejemplos para evitar goleadas que no sirven para la formación ni de los vencedores ni de los vencidos. Por tanto, cualquier norma de las citadas anteriormente puede ser válida.
En cualquier caso, con un número límite de goles para cerrar el acta no solo se conseguiría que el equipo perdedor no sufriera una goleada escandalosa. Además, como ocurre en el resto de deportes de equipo, el ganador podría dar muchos más minutos a sus jugadores noveles sin que el marcador corra 'peligro' de revertirse" y ayudar en la formación de estos pequeños deportistas que por estar en un equipo de los buenos juegan entre poco y nada.
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Felipe Rodriguez. Es entrenador nacional y exjugador de rugby. Ha sido, durante seis años, selecionador sub 16 de la Comunidad de Madrid además de director de las Escuelas del Club de Rugby Alcalá, actualmente entrena al club KREAB Alcobendas, en categoría sub-18.