El Barça no levanta el pie del acelerador en estos primeros partidos de Liga. Certificó una buena goleada al Sevilla con una actuación coral del equipo en donde se pudieron exhibir desde el portero a la delantera en donde Robert Lewandowski se ha desatado.
Dos victorias por goleada fuera de casa en este curso y en dos visitas complicadas (0-3 en Sevilla; 1-4 en San Sebastián). La temporada pasada, como visitante, el Barça de Xavi ganó nueve de los catorce partidos que jugó, los otros cinco los empató.
Pero aquel equipo no tiene nada que ver con el actual. Xavi hizo una lista de deseos y Joan Laporta se los concedió todos menos uno (Bernardo Silva), además se encontró el Barça con una oportunidad única de mercado (Robert Lewandowski), que lo ha cambiado todo.
Este Barça de Xavi poco tiene que ver con los precedentes. ¿Tiquitaca? A veces, pero sin ser fundamentalista, solo así entiende Xavi el juego. Por ejemplo, en los primeros veinte minutos del partido en Nervión, el Sevilla dominó el juego, la posesión (61-39) y tuvo las mejores ocasiones, pero en cuanto los azulgranas pudieron correr, el partido empezó a cambiar de color.
Apareció Ousmane Dembélé con una carrera al espacio, Lewandowski puso la nota de calidad elevando el balón por encima del meta y Raphinha el sentido del oportunismo para remachar el rechazo del central sevillista.
En esa jugada se entiende el empecinamiento de Xavi con la continuidad de Dembélé, un tipo que no entiende el juego posicional del Barça, pero que con espacios destroza a cualquiera, aunque después resulta imprevisible cómo va a finalizar todo.
Esa velocidad adelante y el juego al contragolpe recuerda por momentos, y salvando todas las comparaciones, al Barça de Luis Enrique, cuando Messi, Neymar y Luis Suárez jugaban juntos.
Con el viento a favor y viendo el nivel esta temporada de Ter Stegen, el Barça puede soñar. El talón de Aquiles del equipo, que encajaba demasiados goles, parece que está saturado: un gol en cuatro partidos, tres porterías a cero.
Atrás, Xavi juega con la polivalencia de Eric García, que estrenó su casillero profesional con el Barcelona con un gol, y de Jules Kounde. Ambos son capaces de sacar el balón jugado desde atrás con tanta solvencia como se sienten cómodos defendiendo y atacando.
Anoche, en Sevilla, Kounde, que volvía a la que fue su casa, dio dos asistencias de gol. El 0-2 lo inició con un exquisito servicio sobre Lewandowski. Después está la clase del polaco, con un control y un remate sin dejar el balón. En el 0-3, regaló el tanto a Eric García con una asistencia de cabeza.
Ronald Araujo parece mejor con Koundé y se entiende muy bien con Eric; por la izquierda Alejandro Balde le ha quitado el puesto a Jordi Alba, que vio muchos minutos el partido desde el banquillo al lado de Gerard Piqué, ambos han pasado a un segundo plano en este inicio de temporada.
En el centro del campo, si Sergio Busquets en los partidos del Camp Nou parece insustituible; en los partidos como visitante podría perder protagonismo. Frente al Valladolid, brilló; en Sevilla, sufrió.
La razón es simple. Fuera de casa, este Barça es más de Gavi que de Busquets; de recuperación más que de creación; de aguantar y esperar el momento; en eso el joven se mueve como pez en el agua.
Por eso y a diferencia del pasado, a los azulgranas no les importa tanto la posesión como la sorpresa. A veces no precisa la excelencia de Pedri, porque delante tiene dos puñales y un ejecutor.
Dembélé y Raphinha abren el campo, desbordan y surten de balones a Lewandowski. La diferencia del Barça está en las áreas, en ellos tres y en Ter Stegen.
Xavi ha sabido dar con la tecla, pero a diferencia del curso pasado, tiene muchas más teclas, hasta configurar diferentes pianos para tocar música clásica o electrónica, depende del momento y el escenario.
En total una batería de posiciones duplicadas y triplicadas, como el lateral izquierdo. Ahora falta por ver cómo evoluciona todo y una primera pista la tendrán los barcelonistas en Múnich dentro de nueve días.