El Sevilla demostró de lo que es capaz para llegar a la final de la Europa League y está dispuesto a todo para ampliar su palmarés.
Los de Lopetegui plantearon un partido que poco a poco fue frenando las acometidas de su rival y se fue haciendo con el control de la posesión y las ocasiones.
El buen juego de los sevillistas no se reflejó en el marcador. Tuvieron que empezar remando a contracorriente y con la gran actuación de Bono parando un penalti que pudo cambiar mucho el rumbo de la eliminatoria.
No fue casualidad, el propio portero confesó que lo tenía estudiado e incluso lo había ensañado con su compañero Ocampos en los entrenamientos ya que tenían una forma de ejecutarlo muy parecido. "Me atajo 3 penaltis de los 4 que pateé", así lo contaba el argentino.
Raúl Jiménez no había fallado ninguno de los 21 lanzamientos que había tenido, pero esta vez el rival a batir se lo pondría más difícil.
El otro héroe de la noche sería Ocampos, que a dos minutos del final y tras un centro medido de Banega, mandaba el balón al fondo de la red y la locura se desataba en el campo y fuera de él. En el vestuario la alegría era latente. El entrenador afirmaba con rotundidad que estaba "tremendamente orgulloso" de sus jugadores y añadía que "esto no para aquí".
Los hispalenses están muy motivamos. La unión entre ellos es real y latente y tienen un objetivo marcado: conseguir la sexta Europa League.
El equipo inglés no está pasando por su mejor momento, pero es un histórico que en cualquier momento puede sorprender y tirar de garra. En sala de prensa Lopetegui comentaba que "es un rival durísimo, pero iremos con la intención de poderles ganar".
El goleador del partido también decía que "es un equipo muy bueno e histórico, pero este equipo tiene mucha hambre".
Hasta el presidente se muestra muy confiado de las posibilididades de su equipo. "Ganar este título...sería una temporada imposible de mejorar".