La pretemporada es uno de los aspectos fundamentales a la hora de llevar a cabo la preparación de un equipo de fútbol. Es la época de puesta a punto; de volver a ponerse en forma tras un tiempo de inactividad. El proceso debe ser paulatino con el fin de evitar sobreesfuerzos y lesiones; tanto músculo como huesos deben ir adaptándose de forma progresiva hasta alcanzar el ritmo competitivo óptimo para el deporte de máximo nivel.

A la hora de planificar una pretemporada hay que tener diversos aspectos, entre los que se encuentra el tiempo disponible para la preparación, la longitud del calendario o incluso la edad de los deportistas.

Dentro de la dinámica creciente que debe tener lugar en las sesiones de pretemporada, además de los entrenamientos, suelen incluirse competiciones amistosas para incrementar el carácter competitivo de los ejercicios, alcanzando una intensidad superior a la de las prácticas previas.

En general, los deportistas profesionales no deben requerir de demasiados entrenamientos para coger el tono debido a su alto nivel de preparación y a que pierden escasas adaptaciones físicas en la época de transición. El objetivo principal de la pretemporada es el de estar a punto para los primeros partidos de Liga. Por eso, la mayoría de los entrenamientos suelen estar individualizados.

El periodo de entrenamiento de pretemporada suele dividirse en dos fases: una preparación física general y amplia y una segunda en la que predomina el uso de herramientas específicas, restringiendo el volumen e incrementando la intensidad. Pero en el caso de los deportistas de élite, predomina la intensidad de la carga para acelerar el proceso de adaptación y alcanzar lo antes posible el estado físico óptimo.

Los entrenamientos de pretemporada de equipos profesionales llevan un proceso en el que se prepara el estado físico de los jugadores hasta el comienzo de temporada.

La primera semana del entrenamiento es de adaptación. El primer día está centrado en los test físicos para ver en qué estado han llegado los jugadores tras el parón para, a partir de ahí, poder comprobar cómo entrenar a cada uno de ellos de forma individualizada. En estos primeros días suelen primar pruebas de fuerza, resistencia y táctica, con intensidad progresiva, para que el cuerpo se vaya habituando.

Las semanas siguientes comienzan los entrenamientos de carga. Aquí se comienza a trabajar en la fuerza general de las partes del cuerpo a trabajar de cara a la competición, sumando aumentos para mejorar la capacidad y la potencia aeróbica para poder rendir cuando empiece la pretemporada. En este estado comienzan a darse las primeras nociones de táctica para trabajar en equipo e ir haciendo grupo, de forma que se optimicen los lazos con el resto de jugadores y eso pueda reflejarse en el campo.

Después, el microciclo pasa al estado de impacto, en el que se suelen realizar pruebas mixtas, cada vez de mayor carga de trabajo. Comenzando a hacer más hincapié en la potencia anaeróbica y en la fuerza explosiva. También se sigue trabajando la táctica y comienzan a disputarse los primeros amistosos, siendo de mayor nivel que los realizados previamente.

Por último se entra en la fase Pre-Competición, donde se maximiza todo el trabajo realizado y se organizan amistosos ante equipos de nivel similar con el objetivo de estar preparados para competir.