La tensión en el Barça-Sevilla había aumentando. Cada jugada era crucial, en juego estaba el pase a las semifinales y los culés querían remontar. Con el 1-0 que había puesto Dembélé la eliminatoria se apretaba y las chispas saltaban.
Sánchez Martínez, el colegiado del partido, era sabedor de ello ya había advertido a los banquillos con las protestas, pero también a los jugadores en el campo. El conjunto de Julen iba a sacer un córner y los de Koeman defendían. Antes de poner el balón a rodar le decía a los futbolistas "no quiero cosas raras".