Fernando Alonso vuelve a ser campeón del mundo. El piloto español ha ganado el ansiado título del WEC, y además, no lo ha podido hacer más a lo grande: ganando también las 24 horas de Le Mans. El piloto español hizo grandes relevos y además le acompañó la suerte. El Toyota de Alonso adelantaba al #7 en la última parada de boxes y poco después, el coche sufría un pinchazo que dejaba a Fernando ambos títulos en bandeja.
Fernando Alonso suma estos dos nuevos títulos al que consiguió hace unas semanas al proclamarse campeón del WEC en la categoría de constructores, donde Toyota ha dominado todo el campeonato.
De esta manera, Alonso conquista por segunda vez la mítica prueba francesa, en la que ya venció el año pasado, y gana en la última carrera el Mundial de Resistencia tras vencer, además de en Le Mans, en las 6 Horas de Spa (2018 y 2019) y las 1.000 Millas de Sebring (2019).
Todo ello tras sobreponerse a una infausta noche, donde la puerta derecha del TS050 número 8 de Toyota dio excesivos problemas al equipo del asturiano; no cerraba bien, y ello hacía perder velocidad al monoplaza entonces conducido por el piloto ovetense. Superado el percance, el número 8 pudo seguir manteniendo la segunda plaza de la cita.
Alonso volvió a subirse al coche superadas las once de la mañana, a menos de cuatro horas para el final de la prueba. La distancia de 3:14 con el Toyota número 7, que se mantenía al frente con el japonés Kamui Kobayashi, el británico Mike Conway y el argentino José María 'Pechito' López, semejaba ya insalvable.
Un coche de seguridad permitió a Alonso recortar distancias con el líder en el último tramo de la carrera. Contra todo pronóstico y en la última hora, un pinchazo en un neumático de la unidad 7 hizo que el coche del asturiano pudiera ponerse en cabeza, y no lo desaprovechó para cruzar como primero la bandera a cuadros.