Moisés Irigoyen es el padre de David, jugador de 12 años del AD Rivas infantil de Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Nunca había hecho nada parecido, ni en un campo de fútbol ni en su propia casa, pero el pasado sábado 20 de enero cometió un error del que se arrepintió al instante: le recriminó al árbitro un gol fantasma que subió al marcador.
“Le protesté al colegiado como un auténtico ultra y lo hice al lado del banquillo de los críos. Se me quedaron mirando y me dio un bajón porque inmediatamente pensé pero qué he hecho”, declara Moisés a ‘Generación Pro’. No llegó a insultarle, pero se dio cuenta de que le había faltado al respeto e incluso su hijo se avergonzó de él: “Me lo reprochó en ese momento y me di cuenta de que le había abochornado tanto a él como a sus compañeros”.
Al finalizar el partido, Moisés fue rápidamente a hablar con el árbitro para pedirle disculpas: “Estuvimos hablando en el vestuario y le pedí mil perdones porque yo no soy así. Es muy difícil ver la jugada. Todos somos personas y nos podemos equivocar”. Él las aceptó y también reconoció que podía haberse equivocado.
Su disculpa no se quedó ahí. Por la noche seguía dándole vueltas al asunto y decidió escribir una carta para que otros padres no caigan en su mismo error. “Fue una manera de desahogarme y concienciar al resto de padres para que midan sus palabras. Que antes de hablar piensen en sus hijos. Somos su ejemplo a seguir y no les podemos dar alas para que ellos hagan lo mismo”, explica Moisés.
David, su propio hijo, se sintió muy orgulloso de su padre. No solo había pedido perdón sino que había escrito una carta para evitar que su error se repitiera en el futuro. “Me dijo, papá eres muy grande”, recuerda Moisés. Una carta en la que reconoce de nuevo su culpa y vuelve a pedir perdón.
Tanto el club como el resto de padres del equipo le reconocen el gesto: “Me han dicho que muy bien por haber escrito la carta porque es un ejemplo para todos”. Armando Campos, presidente del AD Rivas, va más allá y destaca una de las medidas del club para poner fin a este tipo de situaciones: “A principio de temporada, el coordinador se reúne con los padres para recordarles las normas de comportamiento y que si rompen alguna de ellas, serán expulsados”. Además, el presidente remarca que fue un hecho aislado: “Es un grupo en el que predomina la deportividad y en el que los padres no se meten nunca con nadie”.
Una carta que debería remover la conciencia de aquellos padres que se convierten en ultras fanáticos del fútbol en los partidos de sus hijos y no hacen más que recriminar tanto al árbitro, como al entrenador o incluso a los jugadores. Debemos recordar que el principal objetivo es que los más pequeños se diviertan y los padres deben ser los primeros en inculcarles los valores de respeto y deportividad propios del deporte.