Cuando James Naismith inventó este deporte con los cestos de melocotones, en lo que menos pensaba era en qué tipo de jugadores iban a distribuirse por la cancha e intentar meter aquella pelota en aquel cesto. Pero es fácil imaginar que pronto, por la lógica del deporte, se fueron autorregulando y dividiéndose en los tipos de jugadores que hoy conocemos. Hay que ser consciente de que el baloncesto es un deporte que ha sufrido muchas evoluciones en casi 130 años, pero la mayor parte de ellas se han producido en los últimos 35 años con el objetivo de darle rapidez y dinamismo al juego.
Los conceptos de las posiciones en baloncesto han sido, tradicionalmente, unas convenciones internacionales, sin necesidad de que determinados jugadores tuviesen que encasillarse en una posición concreta. Aunque ha sido recientemente cuando más se ha notado la evolución de los jugadores para pasar de una posición a otra.
Aquellos que no sean expertos en el mundo de la canasta deben saber que ser catalogado como un base no quiere decir que solo pueda desempeñar ese rol en la pista. Por eso, a lo largo de la historia del baloncesto encontraremos infinidad de casos de jugadores que han estado combinando su presencia en la pista en varias posiciones por las necesidades o deseos del entrenador, más que por sus características físicas o técnicas para ese rol.
Quizás podemos poner una fecha aproximada como inicio del establecimiento de distintas posiciones para cada jugador. La década de los años 40 del siglo XX fue la de la aparición de dos de los jugadores que cambiaron el rumbo de este deporte: George Mikan y Bob Kurlan. Ambos eran jugadores grandes y su presencia en la pista era algo más que decisiva para ganar partidos.
Si bien Mikan no era especialmente grande para lo que entendemos hoy como tal (2,08m), sí tenía unas capacidades y habilidades técnicas que le permitían jugar a lo que hoy denominamos "por encima del aro": era el nacimiento del pívot, el "center" en inglés. Por su parte Bob Kurlan, era un blanco de 2,13m y sí era considerado un pívot dominador. Son ejemplos claros de la prevalencia de una posición en el campo de juego y un rol muy definido.
Tradicionalmente se ha hablado de los bases, los escoltas, aleros, ala-pívots y pívots que tenían posiciones más o menos claras en los quintetos titulares de todos los equipos. Sus equivalencias en el baloncesto profesional de Estados Unidos eran para los bases ("point guards"), los escoltas ("shooting guard"), aleros ("small forward"), ala-pívot ("power forward") y los pívots ("center").
En total, aunque el número de jugadores de baloncesto siempre es de cinco, cada entrenador puede combinarlos como le interese. Y en el baloncesto actual se ha evolucionado tanto en técnicas de entrenamiento que podemos estar hablando de bases de más de dos metros y pívots que no llegan a 2,10. Y, por supuesto, podríamos hablar de decisiones tácticas que ponen en pista jugadores que, por norma general, comparten posición.
Solía ser el más bajito del equipo, habilidoso por naturaleza y muy rápido. Era o parecía más habilidoso porque tenía un centro de gravedad más bajo que los demás y su estatura le permitía sorprender en las ayudas en defensa y era el que lanzaba los ataques del equipo. Era también la mano derecha del entrenador en la pista.
Hoy en día la habilidad técnica ya se da por descontada en los equipos profesionales, aunque la rapidez la siguen conservando los jugadores más pequeños. Pero hablar de que el base es el más bajo del equipo ya ha pasado a mejor vida, no siempre es así. Sí, sigue siendo un alto porcentaje, pero ha habido y hay muchos ejemplos que rompen el estereotipo: Magic Johnson (2,05m) o Luka Doncic (2,01m) son dos ejemplos y, desde luego, ni Magic, ni Doncic son lentos.
Es, en teoría, un buen tirador que hace más cosas en la coordinación del equipo. Suele ser un jugador habilidoso que roza los 2 metros de altura, pero ayuda al base en la subida del balón y es capaz de fabricar tiros acertados a canasta. Este era su rol teórico, pero lo cierto es que en el baloncesto de hoy en día esto ha desaparecido. El escolta sí puede hacer todas esas cosas pero, necesariamente, tiene que hacer muchas más y suele también tener un importante papel en defensa.
Sólo hace falta fijarse en algunos de los escoltas más famosos de la historia del baloncesto como Wade, Drexler, Bryant o Michael Jordan. En España, jugadores como Iturriaga, Llull o el gran Juan Carlos Navarro han dado lustre a esta posición, aunque en el caso de 'La bomba' siempre cuidó más su faceta de ataque. En realidad, las listas de cualquier posición son tan largas que sería complicado hacer una que dejara satisfechos a todos los aficionados.
Era un tirador puro. Si nos preguntamos qué sería lo principal que tiene que hacer un alero, sería tirar y defender. Claro, miramos a jugadores que pasaron la mayor parte del tiempo en esta posición y no todos cumplen con ambos criterios. Estos aleros suelen ser jugadores grandes, con muchas habilidades a ambos lados de la pista, rozan o superan los 2 metros y también deben ayudar con su movilidad a la hora del rebote ofensivo.
En el baloncesto moderno esta posición es de mucha responsabilidad y, para un equipo ganador, su alero tiene que ser especialmente bueno. Nombres que a cualquier aficionado al baloncesto le suenan son Larry Bird, LeBron James o Julius Erving en la NBA, y Epi, Sibilio o Rudy Fernández, entre muchos otros, en España.
Es un todo terreno, o debe serlo. Debe tener capacidad de lucha, cierto rango de tiro y desgastarse en defensa. Grande y ancho, y si a esto añadimos capacidad de colocación e inteligencia en el juego, nos saldrá un ala-pívot merecedor de un puesto en un equipo puntero. Suelen medir entre 2 metros y 2,10, aunque siempre hay excepciones con jugadores que escasamente llegaban a los 2 metros y han pasado a la historia del baloncesto como Charles Barkley.
Otros como Karl Malone, Kurt Rambis o Kevin McHale son ejemplos de distintos tipos de ala-pívots, pero todos ellos tienen una cosa en común: inteligencia. En el baloncesto patrio hay grandes ejemplos de jugadores que brillaron en esta posición como el añorado Fernando Martín, su hermano Antonio, Alfonso Reyes o su también hermano Felipe.
Es "el grande". Sí, siempre fue considerado un concepto muy simplista para definir al pívot, pero si todos los puestos en el baloncesto de los últimos 20 años han sufrido evoluciones, el pívot es, seguramente, el que más. Es cierto que Mikan, Chamberlain y Adbul-Jabbar cambiaron el concepto de pívot, porque ese tipo de jugador era capaz de hacer muchas cosas además de coger rebotes por su altura. Los dos últimos superaban los 2,15 de altura, pero eran capaces de correr como gente más baja y llegaron a desarrollar una agilidad que rompió estereotipos, como lo hizo Shaquille O'Neal.
El lituano Arvydas Sabonis en Europa, marcó una época con sus 2,21 que se tradujo en dominio. Es cierto que a su favor jugó un crecimiento adolescente que le hizo pasar de escolta de 1,90 a pívot de 2,21 en un solo año, por lo que conservó la técnica individual del escolta que fue. Hoy Walter Tavares, con 2,22, es capaz de correr un contraataque no lejos del base y acabar con mate llegando de trailer. Eso, antes de Sabonis, era impensable para Fernando Romay, nuestro pívot más mítico hasta la llegada de los hermanos Gasol.
Esta escueta clasificación de las posiciones de baloncesto es susceptible de cambios porque hoy en día los entrenadores y los preparadores han sido capaces de estructurar equipos flexibles adaptados a un estilo de juego. Es habitual poner en cancha jugadores que son capaces de abarcar hasta tres posiciones sin perder efectividad: bases que juegan de aleros, escoltas que defiendan a ala-pívots e, incluso, cambios defensivos forzados para romper el ritmo. Casi nadie está etiquetado en una única posición: el baloncesto es un organismo vivo.