Olga vive una angustia inexplicable por desconocer qué suerte han corrido sus familiares en Ucrania, concretamente en Mariúpol. Allí se encuentran sus padres y su abuela: “No sé nada de ellos desde hace más de una semana, antes mandaban un mensaje una vez al día porque ya no había electricidad, pero desde el día 2 no tengo ninguna información”.
Con gran preocupación ha contado que, según la poca información que ha recibido, “la gente está atrapada porque se acaban los recursos” y explica: “Tengo varios grupos donde a veces cuentan si han entrado los camiones con ayuda o comida, pero las noticias no son buenas porque los rusos no dejan de disparar, no hay tranquilidad para que entre la ayuda humanitaria”.
Su abuela va a cumplir 84, su madre tiene 61 y su padre 66 años y, aunque cree que están bien, la complicada situación que se está viviendo junto a la falta de información hace que Olga necesite medicamentos para poder dormir: “No sé nada, solo puedo rezar y pensar que tienen una salud normal”. Ahora, su único deseo es poder contactar con ellos e intentar traerlos con ella a su casa de Barcelona.