Las residencias de ancianos fueron testigos de la peor tragedia de la pandemia del coronavirus: la muerte de miles de abuelos, contagiados por el virus. Cuando el COVID-19 llegaba a uno de estos edificios, se extendía rápidamente entre sus habitantes, los más vulnerables de la sociedad. La desescalada y la nueva normalidad ha permitido a los ancianos volver a ver a sus familias y estar con sus seres queridos, pero los trabajadores de las residencias piden que se extremen las precauciones para, en el caso de una segunda oleada (que algunos expertos dicen que ya está aquí), no se vuelva a repetir la pesadilla vivida entre marzo y junio.
Juan Carlos García trabaja en una residencia de ancianos de la Comunidad de Madrid y ha denunciado en ‘Cuatro al día’ una gran preocupación del sector: que cuando los ancianos se van con sus familias y acuden a eventos con mucha gente, como bautizos, bodas o comidas, pueden volver contagiados y extender el COVID-19 por la residencia, lo cual tiene un efecto devastador.
“Llevamos un mes con normalidad absoluta. Todos los familiares que quieran pueden sacar de la residencia a sus mayores. Pero creemos que con los rebrotes alguna restricción hay que poner ya”, dice Juan Carlos en ‘Cuatro al día’. Explica que los trabajadores están muy preocupados por este tema y denuncia que el protocolo no exige que cuando los ancianos vuelven de estar con sus familias se les haga una PCR, un test rápido ni que estén en cuarentena, como medida para evitar extender el virus entre el resto de residentes.