Se imagina que durante la pandemia no le hubiese salido agua del grifo. Entonces sí que lo que habríamos sufrido durante estos tres meses hubiese sido como una guerra como nos insistían en recordar algunos políticos.
El 46% del agua que consume la Comunidad de Madrid sale de del embalse del Atazar. Un suministro que llega a más de seis millones de personas. Aquí nos atiende, Belén Benito, directora de operaciones del Canal de Isabel II: “No podemos ni imaginarnos lo que hubiese sido la pandemia si no hubiese habido agua”. Piense, por ejemplo, en lo que hubiese supuesto un corte de agua en un hospital.
Una de las primeras cosas que llama la atención es por qué los muros de una presa son curvados. La técnica es bien antigua desde tiempos de los romanos. En esencia es un arco tumbado cuya base descansa en las rocas de las laderas. Con esta técnica lo que se ahorra es material en los lados de la presa.
En las imágenes de su construcción en 1973 se ve más claro. Bloques de hormigón forman un arco, como el de una iglesia, y así descarga mejor el empuje de los 425 hectómetros de agua de su capacidad máxima. Algo así como unos 420 estadios de fútbol como el Bernabéu. Con esa presión detrás esto es lo peor que le puede suceder: que haya movimientos no controlados que puedan suponer grietas en la estructura. Precisamente, para saber qué pasa, por dentro está perforado por 8 kilómetros de túneles donde hay infinidad de instrumentos que miden el comportamiento de la estructura, movimientos milimétricos. Como señala Belén si fuese una estructura rígida tendríamos un problema porque al no ser flexible no podría adaptarse a los movimientos de subidas y bajadas del nivel del embalse. El agua entra por una torre de toma para ser conducida a plantas potabilizadoras. Desde aquí se conduce a enormes depósitos donde ya está prevista para su distribución; en primer lugar, por grandes tuberías y luego a otras más pequeñas.
Entre dos de ellas nos encontramos con Diego Limones, subdirector de conservación de infraestructuras de la zona Este. Diego nos señala que por las grandes tuberías de aproximadamente un metro y medio se mueve cerca de una tonelada de agua por segundo. Además, pueden absorber el trabajo de la otra para que en el caso de avería de una de ellas el suministro no se detenga. Todo esto es solo una parte de la enorme infraestructura de trasladar agua a su grifo. Además, en el caso de Madrid a un precio por debajo de la media nacional y mucho más bajo que la media europea.