Según informa el periódico 'The Telegraph', durante una serie de experimentos, los investigadores añadieron diferentes cantidades de polvo de heno a la leche y descubrieron que esta actividad les permitía controlar el número de orificios presentes en el queso.
De acuerdo con los científicos, los resultados también explican por qué los agujeros han ido disminuyendo en los últimos 15 años. El motivo es que las técnicas modernas de ordeño con máquinas de sellado han eliminado casi completamente la posibilidad de que partículas de heno acaben en la leche.