"El laboratorio de genética forense ha confirmado al Juzgado de Instrucción número 1 de Arrecife de Lanzarote que el ADN hallado en el pulmón encontrado en aguas de la isla coincide con el de la madre de Romina, con un margen de error infinitesimal".
Por ello se da por seguro que el pulmón es de la joven paraguaya de 28 años de edad que supuestamente perdió la vida en el hogar familiar, en el complejo El Palmeral de Costa Teguise. Se da la circunstancia de que la madre de la joven no estaba dispuesta a aceptar su muerte hasta que se conociera este dato. Ahora ya sabe que su hija no está viva.
El marido de la fallecida se encuentra en prisión provisional desde el 16 de enero con cargos de homicidio y malos tratos habituales, aunque hasta el momento ha alegado que él no la mató, sino que se la encontró muerta al regresar a casa la noche de Año Nuevo, se asustó y se deshizo de su cadáver tirándolo en diferentes puntos de la costa de Lanzarote. Pero la policía nunca le creyó.
De hecho, Raúl D.C., estuvo sometido a vigilancia por la Guardia Civil desde el mismo momento en que acudió al cuartel a denunciar la desaparición de su esposa, con una semana de retraso. Los investigadores, de hecho, interceptaron una conversación del sospechoso con un familiar en la que contaba cómo se había deshecho del cadáver de su mujer, cuando hasta ese momento había sostenido que no sabía que le había pasado. Fue su primer error, aunque no el único. La prima de la joven asesinada también confesó sus conversaciones por whastapp con el presunto asesino al saberse la desaparición de lo joven. Confiesa la joven que el marido de Romina siempre decía que no sabía "nada" de ella y que iba a ir a la Guardia Civil. Se da la paradoja de que en esas fechas, Romina llevaba ya siete días desaparecida.
Raúl le contestaba, según la prima de la joven, completamente “borracho” y le hablaba de sus dificultades para ir a denunciar la desaparición de su esposa. “Ponte las pilas, su madre está llorando”, le insistía la prima Andrea Servín desveló a ‘Cuatro al día’ que lo que más le llamó la atención de la conversación que tuvo con el ahora detenido fue que Raúl no se movía de su casa: “Decía que estaba desesperado pero no hacía nada. No me creí su versión porque a todos nos resultaba muy raro que Romina hubiera desaparecido así. Ella siempre llamaba a su familia para hablar con sus hijos”.
Todas estas evidencias precipitaron su detención, llevada a cabo el domingo 13 de enero por la tarde. Raúl D.C. defendió entonces ante los agentes que no había matado a su mujer, pero reconoció que había intentado hacer desaparecer su cadáver, primero quemándolo en el jardín de su casa y luego arrojando sus restos al mar en diversos puntos de la costa. Romina Celeste Núñez tenía 28 años y un hijo de cuatro, fruto de una relación anterior, que vivía con su familia en Paraguay.