Este cántabro de 37 años lleva 14 años cumpliendo condena por el asesinato y violación de Ana Rosa Aguirrezabal en diciembre de 2000. Él confesó los hechos y fue condenado a 26 años de cárcel por este crimen y por una agresión sexual a otra mujer en una panadería unos días antes.
Una vez interno, Fernández Bueno acudió a una terapia para rehabilitar a agresores sexuales. Además, en prisión trabajó en la enfermería y actualmente participaba en un taller. Según cuenta, dentro de la cárcel se ha mantenido alejado del resto de internos, evitando de este modo cualquier tipo de conflicto. Los psiquiatras que lo trataron definieron la personalidad de este depredador sexual como antisocial y sádico-agresiva.
Un dato que puede ser importante es que tenía pareja fuera de la cárcel, con la que ya ha pasado varios bis a bis. Y es importante porque los agentes sospechan que podría haberse fugado con ella. Mientras, aunque esté suelto, los vecinos de Santoña, lugar en el que se ubica el penal, están tranquilos.
En los últimos meses había salido a la calle algunos fines de semana, permisos que había cumplido escrupulosamente. Pero ahora no, ahora debía ingresar en prisión de nuevo este pasado domingo, pero todavía no ha vuelto.