Roger Debman, que cogió el tren junto a su inseparable perro guía, ha explicado que el conductor le dijo que se sentara en el suelo después de quejarse, según Daily Mail.
“He tenido dos ataques al corazón, un accidente cerebrovascular, tengo un marcapasos… ¿y tengo que sentarme en el suelo?”, ha dicho.
Debman tiene que sentarse en asientos reservados para gente discapacitada porque le proporcionan el espacio suficiente para sentarse con su perro sin que moleste a los demás usuarios, pero en esta ocasión, aunque había reservado los billetes con antelación, la compañía no le permitió seleccionar un asiento de esas características.
Así que, cuando se montaron en el tren, su mujer se dirigió al conductor para pedirle un asiento conforme a sus necesidades. Pero el maquinista les dijo que no había y que se sentara en el suelo.
“No puedo hacer el trabajo del conductor pero si alguien está sentado en esos asientos y llega una persona discapacitada, deben cedérselo (…) Los pasajeros me ignoraban.”, ha añadido.
"El conductor me dijo que el tren iba lleno. Después volvió y nos dijo que no había ningún sitio donde ir pero que podía conseguirme un asiento para mí, pero soy yo quien cuida de Roger, obviamente no puedo dejarle solo.”, ha dicho Debra, su cuidadora.
Roger quiso escribir sobre esta experiencia en su Facebook, donde ha recibido muchos comentarios de apoyo. Pero a pesar de que, a priori, todo el mundo parece entenderle, en su vuelta de Peterborough (a donde se dirigía) a Londres, tampoco fue capaz de encontrar un asiento habilitado para personas discapacitadas, que estaban ocupados por personas sin ningún tipo de problemas, así que tuvo que ocupar un asiento regular, donde su perro, Nevin, no cabía y tenía que sentarse ocupando el pasillo, molestando a otros usuarios.
La compañía ya le ha pedido públicamente perdón por las molestias causadas.