Alberto y Raquel siempre habían sido una pareja modelo a ojos de sus vecinos, muy implicados en el cuidado de sus hijos. Sobre todo del mayor, que tenía una parálisis cerebral. Ella trabajaba por las tardes como profesora de francés en un colegio, por lo que el padre se hacía cargo de los pequeños. Raquel pertenece a una asociación de niños con diferentes discapacidades y organizaba eventos para recaudar fondos. Montaba carreras populares donde siempre vimos corriendo a la familia unida. Getafe es hoy un pueblo conmocionado. Entre ellos no había denuncias previas por malos tratos.