Nadie se les ha acercado para llevarles comida y agua. Son el barco apestado de Europa y todo por hacer una labor humanitaria. La situación de Nuestra Madre Loreto es extrema y el capitán lanza un dramático SOS: "El cocinero está racionando la comida, nos queda combustible para cuatro o cinco días, y el Gobierno no nos hace caso. Nos sentimos abandonados", relata indignado.
Reconoce que volvería a hacer la acción humanitaria de recoger a los inmigrantes abandonados a su suerte y que ha llevado al barco pesquero a tener el doble de tripulación de la prevista. El cocinero tiene la orden de racionar la comida para que nadie se queda con su parte. "Si tenemos que comer media barra de pan, se hace", ha asegurado Durá, quien deja claro que hay una sensación de tristeza y de cansancio en todo el barco. Primero porque la solución del Gobierno, de dejar a los inmigrantes a Libia no la ven factible. Saben que no es un puerto seguro, “y puede ser un problema de seguridad para el barco y los tripulantes. Los inmigrantes ya han dejado claro que prefieren morir a volver”.
Los 12 inmigrantes rescatados están "muy nerviosos" y con la "incertidumbre de no saber lo que va a ocurrir", y eso genera también tensión en el barco porque los marineros han tomado ya cariño a estos muchachos que han huido del infierno.
El tiempo tampoco ha acompañado, aunque el temporal que ha azotado la zona está "más estable" y esperan que en los próximos días la situación "siga mejorando" después de que hayan sufrido olas como montañas. Aún recuerdan todos cuando el pasado jueves hicieron un acto solidario que ahora nadie quiere asumir.
El pesquero 'Nuestra Madre Loreto' ya salvó en junio de 2006 a 26 inmigrantes, uno de ellos muerto frente a las mismas costas libias. Además, en noviembre de ese mismo año también recogió a otras cuatro personas por la zona. El armador de esta embarcación y padre del actual patrón, José Durá, también rescató a 51 inmigrantes subsaharianos a cien millas de Malta en julio de 2006 a bordo del 'Francisco y Catalina'. Lo llevan en la sangre. La solidaridad. Y la seguirán poniendo en práctica. Aunque ahora haya momentos en los que se arrepientan.