Desde la carretera la vista invita a acercarse y una vez allí a quedarse porque entrando en este jardín nos convertimos en protagonistas de un auténtico cuento de Navidad.
Francisco, electricista de profesión, es el culpable de nuestro cuento de hadas. Hace ocho años comenzó colocando sólo siete renos, ahora su casa es la más visitada de Cantabria.
30.000 LEDS nos teletransportan a un mundo donde soñar es posible, un mundo donde el espíritu navideño aún perdura. Su hijo Pablo le ayuda, porque dos kilómetros y medio de guirnaldas no se colocan de la noche a la mañana.
Este mes su casa se ha convertido en un centro de peregrinación. Algunos repiten. Otros lo inmortalizan porque una decoración así sólo se ve en la gran pantalla.
Los más pequeños eligen su favorito. Y los más mayores disfrutan con ellos. Cae la noche y huele a Navidad.