Según ha informado la policía catalana este miércoles en un comunicado, las tarjetas eran de turistas que las habían usado en un restaurante de un centro comercial de Barcelona, donde habían sido atendidos por un mismo trabajador que las copiaba al pasarlas por un datáfono que tenía un lector para clonarlas.
Con este método, el trabajador del restaurante falsificó 45 tarjetas y las entregó a los cuatro jefes de la organización, que las usaron en 11 comercios de la capital catalana como agencias de viaje, tiendas de ropa, peluquerías, restaurantes y bares musicales, estafando unos 300.000 euros.
Los gastos que realizaban en estos locales eran desproporcionados comparados con el volumen de negocio habitual de los comercios, por lo que los Mossos consideran acreditada la connivencia de los responsables de los locales.
Los miembros del grupo también usaban las tarjetas para pagar tributos municipales, multas y recibos de suministros básicos, y se ofrecían para pagarlos a terceras personas a cambio de cobrarles a ellos la mitad del importe en efectivo.
La organización también recibía información de tarjetas clonadas en otros países, principalmente en Estados Unidos, con lo que manejaban 135 tarjetas más.
Los cargos se realizaban cuando los turistas ya habían vuelto a sus países, lo que dificultaba la investigación policial.