La declaración de Montserrat González, tanto ante la policía como ante la juez, es tan insistente como contradictoria. Textualmente, asegura que no sabe qué sintió en ese momento, en el del asesinato, ni lo que se le pasó por la cabeza. Confesó que la mató porque estaba desesperada y se estaba volviendo loca por lo que Carrasco le estaba haciendo a su hija.