Mariela ha superado dos ictus en sus 46 años de vida. Ahora, con la mitad del cuerpo paralizada, le ha tocado hacer frente a un tercer golpe: el desahucio sufrido por no poder pagar el alquiler. Apenas vive con 390 euros mensuales de pensión.
Un sitio que se convirtió en una pesadilla para ella, con el 78% de discapacidad. Hoy, gracias a la solidaridad de un amigo, puede contar con su espacio, pero temporal. Su lucha se centra, en estos momentos, en una vivienda social.
Después de un año de haberlo solicitado, se siente desamparada e incomprendida por la Administración. Pide facilidades en este nuevo revés que le ha dado la vida. Con todo, ella intenta ver el vaso medio lleno porque cada dificultad le hace, aún si cabe, más fuerte.