Durante años, Luis de Marcos, de 50 años recién cumplidos y técnico de televisión, luchó con ganas contra la esclerosis múltiple, “tenía muchas ganas de pelear” contra la enfermedad, asegura, pero una recaída en su dolencia en octubre de 2016 le arrebató las ganas de vivir.
El golpe no solo apagó su energía, la facilidad de palabra o el poder respirar; también se cobró sus ganas de vivir. “A partir de ese momento empecé a estar anímicamente peor y a plantearme que así no quería seguir, que no merecía la pena”, afirma De Marcos.
Está convencido de que lo racional es que “nadie tendría que tener el derecho de poder poner coto a la libertad de cada uno” porque “la decisión de dejar de vivir en una situación como la mía es algo que no afecta a nadie más”.
Por eso ha decidido que sus últimos esfuerzos sean para que la sociedad con sus políticos a la cabeza abran el debate sobre la eutanasia, “lo que intento es adelantar, promover o sacar a debate en la sociedad y en el Congreso una ley sobre la eutanasia, sobre el derecho que tenemos de poder decidir en qué momento queremos dejar de sufrir”.
Para lograrlo se ha dirigido por carta a los principales líderes de los partidos políticos españoles, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera para que se comprometan a impulsar una nueva ley que regule la eutanasia.
De Marcos está convencido de que lucha contra un sentimiento ancestral que hunde sus raíces en “siglos de cultura cristiana”. Por eso reclama apoyo a la sociedad para que a través de una recogida pública de firmas en Change.org se conciencie a los políticos para que aborden el derecho a morir dignamente cuando se padecen “enfermedades que ya son terminales o que son muy largas y no tienen ningún remedio ni ninguna salida terapéutica para curarlas”.
La vida con morfina no es vida
Durante los últimos meses, los insoportables dolores que padece De Marcos solo han encontrado alivio con la morfina. Este opiáceo, asegura, “me alivia, pero es un estado en el que te encuentras que para mí no es vida”.
Cree que cualquier persona “con mentalidad abierta” coincidiría con él en que “llegado a este punto lo normal sería tener la libertad para poder decidir hasta qué punto quiere seguir sufriendo”.
Defiende la regulación de la eutanasia como contrapunto a la ley de servicios paliativos que rige en la comunidad de Madrid y que critica por “dejar la decisión de una sedación extrema de manera que no tenga ningún dolor ni pierdas el conocimiento en manos del médico”.
De cara a la muerte
Superado el miedo a morir ya solo le quedaba convencer a quienes le aman de que le dejen partir. Un trabajo que De Marcos afirma haber completado, “el ciento por ciento de las personas con las que lo he hablado están de acuerdo con mi decisión aparte de que la comparten”. Pero no fue así con todos como reconoce. Solo dos personas “me han intentado convencer un poco de que no lo haga pero más que nada ha sido por el egoísmo de no querer perderme”, aunque aclara que “cuando lo hemos hablado y han ido viendo cómo va la progresión al final es que es una cosa evidente”.
Luis habla de la muerte como de un punto y final. Será el fin ansiado que le redimirá del sufrimiento sin sentido y del dolor inútil. Se la imagina como “una liberación” porque “ya no tengo miedo, me sentiré que soy yo porque ahora me da lo mismo”. Y remata: “Lo que quiero es dejar de sufrir”.