Antes de subir al submarino “Mistral” nunca pensé que mi nombre se escribiría en el libro más especial en el que nunca he estado. Formaré parte de un documento que espero que no vuelvan a abrirlo. Se le denomina oficialmente el “libro de los muertos”. Si bien se trata de un fichero informático excel y no un libro con hojas de papel. En ese fichero se inscriben las personas que se embarcan en la nave. Me piden mi nombre, la persona que elija y su número de teléfono para que en el caso de que no regrese poder darle la noticia.
Cumplido el trámite, que no deja de tener su vértigo para los novatos como yo, llega la hora de subir al buque. Se hace por la vela, estructura superior por la que asoman los marineros la cabeza cuando llegan a puerto. La salida de puerto se realiza arrastrado por un pequeño remolcador.
Como ya habrá tiempo de bajar al interior disfrutamos de la travesía y vemos algo sorprendente, pero como nos asegura nuestra comandante Jorge Garrido suele ser muy habitual: ¡¡¡delfines!!! saltando a nuestro costado de babor y estribor. Al estar propulsados por energía de las baterías la propulsión es silenciosa y por tanto no les molesta por lo que no dejan de vernos como un gran juguete.
Básicamente un submarino funciona como un coche híbrido cuando puede coger aire funciona con los motores diésel que cargan unas baterías, cuando se sumerge o en ocasiones cuando va en superficie es cuando empiezan a funcionar los motores eléctricos alimentados por baterías y que no necesitan aire.
Es el momento de “bajar” a bordo. Recordemos es un submarino así que “bajo” por la escalerilla como buenamente se puede, mi compañero, el cámara Javier Murillo lo tiene peor es el que lleva los trastos de la grabación . A ver como acaba esto.
Descendemos la escalerilla y traspaso un cortina de plástico grueso como la de los hospitales antes de entrada a quirófano. Bienvenido al submarino. Sin duda, aquí no nos vamos a sentir solos. Si se queja de las aglomeraciones del metro a primera hora viaje en un submarino. Al final en unos 60 metros habitables entramos 66 tripulantes. No me cuadran los datos de que son unos 100 metros habitables que he leído en otras informaciones. Hay dos comedores uno para marineros y otro para oficiales cuyas mesa es un poco más grande que el de una mesa camilla.
Cuanto más grande es un submarino más potencia necesita el motor, más espacio y por tanto más dinero. Así que la equivalencia es clara: Los submarinos son pequeños. De hecho, el único camarote individual que hay es el del capitán y casi ocupa lo que una gran mesa de despacho. Ahí tiene su cama, mesa y caja fuerte donde se guardan claves, dinero y pistolas. Hay dos retretes y una ducha para 66 tripulantes, si estás mucho tiempo embarcado los músculos se atrofian de no ejercitarse, etc. Hay una infinidad de detalles que sería imposible enumerar de lo duro que puede ser vivir en un submarino, pero una cosa me quedo clara: no está pagado.