El sueño de jubilarse entre amigos o completar la pensión con nuestra vivienda
En España, casi el 19 por ciento de la población es mayor de 65 años y sigue creciendo año tras año. Tanto es así, que el grupo que más se dispara es el de los octogenarios, según datos de 2017 del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La pensión media crece año tras año, ahora está situada en 1.080,5 euros al mes, un 28 por ciento más de lo que cobraba la generación anterior. Un incremento que los cambios normativos sobre pensiones tratan de parar e incluso, revertir.
Para completar este perfil de la sociedad española, casi el 80 por ciento de los españoles son propietarios de una vivienda, un tercio de ellas pagada a través de una hipoteca.
Por ello, empresas de servicios, financieras o aseguradoras ha lanzado al mercado fórmulas que ayuden a los jubilados a sacar más partido a su patrimonio inmobiliario y, al mismo tiempo, asegurarles un retiro en condiciones favorables.
La imaginación de estas fórmulas es amplia, desde ceder nuestra vivienda a empresas que la alquilan y usan esos ingresos para pagar los fondos que nos han cedido para costear las mensualidades de casi 2.000 euros de las residencias privadas a promociones inmobiliarias pensadas para dar servicio a grupos de conocidos que planean a futuro convivir cuando se retiren con servicios comunes parecidos a los de estas residencias.
En los últimos años, casi 200.000 personas mayores de 65 años se han beneficiado de una nueva política fiscal que permite convertir propiedades o acciones en rentas vitalicias siempre y cuando la reinversión no supere los 240.000 euros y se haga en un plazo no superior a los seis meses.
Vender la casa y seguir viviendo en ella
Una de está fórmulas permite al propietario vender la propiedad del bien pero seguir disfrutando de él. Se trata pues de traspasar de forma legal y ante notario la nuda propiedad, manteniendo el derecho de usufructo.
Esta operación permite inversiones de alta rentabilidad a medio plazo mientras que quien vende consigue los fondos suficientes para pagar una residencia privada o los servicios geriátricos especializados.
Los perfiles más comunes entre los que optan por la nuda propiedad son los de aquellos que no tienen herederos, gente mayor que quiere aumentar sus ingresos para vivir más cómodamente y poder disfrutar de su tiempo libre, y los que quieren asegurar el bienestar de sus hijos.
Que la casa ‘trabaje’ para pagar la residencia
Si no queremos deshacernos de la propiedad de nuestra vivienda de toda la vida, hay empresas que ofrecen la posibilidad de ponerla a ‘trabajar’ para que pague las mensualidades de la residencia.
Mediante acuerdos a diez años prorrogables o vitalicios y garantizados legalmente estas empresas facilitan recursos financieros a personas mayores en situación de dependencia mediante disposiciones periódicas, para destinarlos a sus gastos asistenciales (para pagar los cuidados a domicilio o pagar una plaza en una residencia de ancianos).
Empresas como Pensium gestionan el alquiler de la propiedad de la persona mayor para que la vivienda trabaje para cubrir estos gastos, y le abona periódicamente el importe que le facilita pagar la residencia o gastos asistenciales, aunque el alquiler sea inferior.
Apuesta por la vivienda colaborativa, covivienda o ‘cohousing’
Siguiendo el ejemplo de los países nórdicos donde esta fórmula tiene gran aceptación, el Congreso de los Diputados dio luz verde el pasado año a iniciativas que reclamaban al Gobierno políticas para impulsar la 'vivienda colaborativa' o 'cohousing' entre las personas mayores.
Según la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), 6 de cada 10 personas mayores de 65 años conocen este modelo residencial de retiro jubilar y un 40 por ciento se plantearía ir a vivir a uno de estos lugares.
De esta forma, personas afines que han compartido amistad o aficiones a lo largo de toda su etapa productiva buscan un retiro que no les aleje de su estilo de vida ni les encierre en sus casas alejados de sus amigos.
Se trata de promociones inmobiliarias autogestionadas con apartamentos individuales pero con el resto de servicios comunes. Se disfruta de un espacio personal al tiempo que se comparten las necesidades médicas, sanitarias o de ocio.
En España, esta modalidad está empezando a arrancar con promociones en municipios de las provincias de Madrid, Málaga, Valladolid, Cuenca o Cáceres.