Suele haber más deportistas durante el día como por la noche, tanto al aire libre como en el gimnasio y, por ello, a la noche, una persona cuenta con más libertad. Al haber poca gente los aparatos pueden usarse todas las veces que uno quiera y durante el tiempo que los necesite, tal y como recoge 'TICbeat'.
Como señalan diversos estudios, cuando uno entrena por la mañana sus reservas de glucógeno están más vacías debido a que no ha comido en las últimas horas. Aunque esta práctica incentiva la quema de grasas, propicia el catabolismo muscular o destrucción del músculo porque el organismo emplea la proteína del músculo para alimentarse, favoreciendo la fatiga.
Es recomendable que hayan pasado unos 60 minutos entre el final del ejercicios y la hora de dormir con el propósito de que el organismo se relaje y la adrenalina segregada se esfume progresivamente. Si el entrenamiento ha sido muy intenso, habría que dejar pasar al menos dos horas. El cansancio y el ritmo circadiano generados proporcionarán a la persona un descanso reparador.
A última hora existe menos ruido ambiental y, por tanto, hay menores posibilidades de distracciones y alteraciones sensoriales. Esto favorecerá la concentración y la motivación de los deportistas para poder rendir al máximo durante el ejercicio.
Cuando se practica deporte a primera hora del día, la musculatura todavía no ha entrado en calor tras la fase de reposo. Sin embargo, esto no sucede por la noche, cuando el cuerpo está más dispuesto y flexible, reduciendo la posibilidad de sufrir lesiones musculares que se dan más en frío.
A última hora del día los depósitos de glucógeno están llenos, por lo que los músculos asimilan mejor la carga. Los expertos señalan que el cuerpo asimila mejor el ejercicio aeróbico como correr, nadar o andar en bicicleta al mediodía y el ejercicio anaeróbico en horario vespertino.
Los que hacen ejercicio por la mañana no son un grupo hablador, comprensiblemente. Se apresuran a encajar en una sesión de sudor antes de clase o en una reunión temprana. Sin embargo, las personas que hacen ejercicio por la noche a menudo hacen del gimnasio su único plan vespertino, por lo que tienen más tiempo para ser sociables o entablar nuevas amistades que se prolonguen más allá de la clase de corssfit o de la sesión de yoga.
Hacer ejercicio de noche puede ayudar a lidiar con toda la ira acumulada durante el día de un modo positivo. Además, a última hora existe la oportunidad de aliviar la ansiedad, olvidar los problemas y liberar endorfinas, combatiendo la aparición de estrés antes de dormir y dándole un respiro a los agobios al poner la mente en blanco gracias a la práctica de ejercicio físico. De esta forma, una persona puede irse a la cama relajado, en paz.
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