- Tomar una ducha tibia. Te sentirás limpio y fresco. Al contrario de lo que se piensa, el agua fría reactiva el organismo y aumenta el gasto energético lo que te hace sentir más calor.
- Cena ligero y alimentos hidratantes. Las comidas pesadas y calientes obligan al cuerpo a generar más calor para digerirlas. La comida picante estimula la sudoración siendo esta un aliado para que el cuerpo pierda calor a través de la sudoración y refrescarse antes de acostarte. Es preferible elegir también alimentos hidratantes, básicamente fruta y verdura. Son alimentos frescos, muchos de ellos contienen agua, por lo que nos mantendrá hidratados durante la noche y nos ayudará a eliminar las grasas.
- El aire caliente, ¡fuera de la habitación! Si no tienes aire acondicionado, enfoca un ventilador hacia la ventana. Así evitarás que el aire caliente se cuele en tu dormitorio. También puedes colocar un bol con hielo o agua helada frente a las aspas del ventilador para generar un aire más fresco o mojar una sábana y colgarla de la ventana.
- ¿Las sábanas? Al congelador. Si las guardamos en frío, nuestra temperatura corporal bajará al tumbarnos sobre ellas, a pesar de que en poco tiempo vuelvan a la temperatura normal.
- Sepárate de tu pareja... al dormir. El calor corporal es una de las razones que más nos hace sudar. Por eso, en las noches más cálidas, puede ser una opción a tener en cuenta.
- Refréscate la cara y las muñecas. Las mejillas son una parte de las partes del cuerpo que más calor desprende. Con la ayuda del agua fría nos mantendrá el rostro más fresco. Además, si nos mojamos las muñecas antes de acostarnos, y durante más de un minuto, la temperatura corporal descenderá.
- Dormir en la planta de abajo. Cuanto más baja sea la planta de la casa, más fresca será la habitación. Si tienes un hogar con varios plantas, opta por dormir en la más baja.