José Enrique Abuín, conocido como El Chicle, se sentará hoy de nuevo en el banquillo. Arranca el juicio por el asesinato de Diana Quer. Abuín confesó el crimen y llevó a la policía hasta el cadáver de la joven 497 días después de su desaparición. Pero aseguró que no la agredió sexualmente. Si se demuestra lo contrario podría ser condenado a prisión permanente revisable.
Diana Quer acababa de cumplir 18 años. Veraneaba en Galicia con su familia y salió a las fiestas con unos amigos y sobre las 2:30 de la madrugada decidió volver a casa. Lo hizo caminando y en el trayecto mandó un mensaje porque tenía miedo. Fue lo último que se supo de Diana ese fatídico 22 de agosto de 2016.
Comienza entonces la desesperación de una familia que no se rinde pero que se resquebraja según avanzan los días. Fue una investigación durísima: demasiadas incógnitas, pocas pistas, muchos sospechosos pero todos, incluido su asesino confeso, tenían coartada.
Aparece el móvil de Diana que había sido arrojado a la Ría de Arousa y las esperanzas comienzan a flaquear. Los agentes examinan a fondo el teléfono, sus llamadas, sus mensajes, su recorrido pero siguen faltando piezas en este puzle.
Y así casi 500 días sin saber nada de Diana. 500 días de silencio hasta que otra denuncia pone todas las sospechas en él: José Enrique Abuín, alias El Chicle. Su coche aparecía en las grabaciones de las cámaras de seguridad y su móvil hizo el mismo recorrido que el de la joven.
El 31 de diciembre de 2017, dos días después de ser detenido, el chicle confiesa: asesinó a Diana y abandonó su cuerpo en un pozo de una nave, a solo unos cientos de metros de la casa de sus padres. Ahí estaba ella.
Acaba una búsqueda incansable, un dolor infinito para la familia y un terrible crimen que mantuvo en vilo a todo el país, y que hoy comenzará a ser juzgado.