Un equipo de científicos ha conseguido grabar a un calamar gigante, algo especialmente meritorio y relevante, teniendo en cuenta lo esquiva que es esta especie. Lo han hecho en el Golfo de México a más de 750 metros de profundidad.
Allí, dejaron un cebo luminiscente que imita a una gran medusa, al cual se acerca el animal, en este caso de unos tres metros de longitud. Aunque la especie puede alcanzar hasta trece, este era un ejemplar joven.
Así, cuando el animal alcanza el cebo y se da cuenta de que no es una presa comestible, huye a gran velocidad. Esta grabación ha permitido a los científicos deducir que estas criaturas son activas y no pasivas, además de demostrar que son depredadores visuales.