Una pareja de Wyoming, EEUU, pretendía darle una lección de vida a su hijo Kendall, de 16 años. No querían que se entregara a la bebida como le ocurrió al padre biológico y ambos decidieron acompañarle a beber hasta que se cogiera una buena borrachera que le dejara un buena resaca.
Según algunos testigos, y aunque no está claro cuánto bebió el adolescente, durante dos horas ingirió tequila, cerveza y whisky.
A las diez y media de la noche, con Kendall en aparente estado de embriaguez, la familia llegó a casa. Los padres cuentan que cuando el chico se fue a acostar se despidió con el pulgar hacia arriba, según recoge People. Fue más tarde, de madrugada, cuando el padrasto acudió a ver si Kendall estaba bien, cuando lo encontró inconsciente rodeado de vómitos. Llamó a emergencias pero ya nada se podía hacer por la vida del joven. La autopsia determinó que la causa probable de la muerte estuvo en las "complicaciones derivadas de la intoxicación aguda por alcohol."
Ahora, los padres se enfrentan a una posible condena por homicidio.