‘Cuatro al día’ ha hablado con una enfermera que está trabajando en un hospital de Madrid y que, al mismo tiempo, se ha confinado voluntariamente en un hotel (aunque no está contagiada de COVID) para no poner en peligro a sus padres. Se llama Fátima y hace turnos de 50 horas semanales, durante los que es testigo de una de las realidades más duras que hemos vivido en los últimos 100 años.
Ella misma nos ha leído un relato que escribió después de perder a una paciente: “Ayer comprobé que la vida y la muerte se miran a los ojos. Le di la mano a una mujer a la que fallé , le dije que todo iba a salir bien y no entiendo nada de lo que estamos viviendo”.