Después de 50 días de confinamiento, en los que el número de muertos por coronavirus en España han pasado de más de 900 a un máximo de 164, Pablo Casado le ha dicho al Presidente del Gobierno que no quiere apoyarle para prorrogar el estado de alarma. El plan de Pedro Sánchez es seguir con el mando único hasta que terminen las cuatro fases de la desescalada, pues ésta es compatible con la vigencia del estado de alarma. Sin embargo, si no consigue la aprobación del Congreso, habrá algunos factores de la convivencia en las calles que serán francamente incontrolables. Así lo ha explicado Javier Ruiz:
-Sin estado de alarma, no se puede decretar el confinamiento de los ciudadanos en sus casas. Una medida que, con mayor o menor polémica, ha sido efectiva, pues los contagios de coronavirus diarios han pasado de los decenas de miles a no superar los 400. Por lo tanto, gracias a la cuarentena se ha conseguido controlar el famoso parámetro R0: el número de personas a las que una sola persona infectada puede contagiar.
-Sin estado de alarma, estarían permitidas las manifestaciones en plena calle. Una de las grandes quejas de la derecha española ha sido la “falta de previsión” del Gobierno ante la manifestación del 8-M, por lo que permitir esas concentraciones sería una gran contradicción.
- Sin estado de alarma, no se aplicarían los paquetes económicos que se han aprobado dentro de la misma. Es decir, que ningún ciudadano que se haya quedado en paro temporalmente no llegaría a cobrar su ERTE nunca, aunque ya esté habiendo mucho descontento por los retrasos administrativos en los pagos.
Si el Gobierno no lograra el preceptivo aval del Congreso para una nueva prórroga del estado de alarma podría recurrir a varias leyes sanitarias para seguir actuando contra el coronavirus, pero perdería el mando único y estaría obligado a una mayor coordinación con las comunidades autónomas.
La Ley Orgánica de Medidas Especiales en Materia de Salud Pública de 1986 permitiría al Ejecutivo adoptar las medidas necesarias para el control de los enfermos y de la propagación de un virus, pero en ningún momento podría aplicarse el confinamiento si no está vigente el mando único, aunque fuera necesario por un repunte de contagios.