Carreras sin terminar, adornos en el currículum y plagios en la tesis que protagonizan la vida política. También trucos para colorear la realidad como la del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont. Se presentaba como filólogo y periodista. La realidad era que detrás no tenía título. Tan solo bachillerato. El tribunal Superior de Justicia de Cataluña le absolvió de un delito de falsedad documental pero reconoció que la información era ambigua.
Pero hay que remontarse a principios de los 90 para encontrar la primera polémica por un currículum falsificado en la política española. Llegó de la mano del que fuera director general de la Guardia Civil, Luis Roldán. Aseguraba ser ingeniero y economista pero nada de eso. Paso a segundo plano tras fugarse de España y tapado por una carrera delictiva sin parangón. Un suma y sigue que salpica a todos los partidos desde el Partido Popular de Andalucía a la Vicepresidenta de la Alianza progresista en el Parlamento Europeo. Una picaresca que practican también nuestros socios europeos. Aunque a diferencia éstos, aquí sí que hay dimisiones.