Finalmente, uno de los hijos de Doña Ángela, la mujer a la que nadie veía en el pueblo desde hacía dos años, ha confesado el asesinato. Él e Isabel vivían junto a su madre (los dos están solteros) y a todo el mundo le decían que estaba en una residencia de ancianos. Sin embargo, ésta era la verdad: hace dos años, Pedro acabó con la vida de su madre octongenaria, metió el cuerpo en un armario y lo tapió con cemento para seguir cobrando su pensión.
De los hijos se decía que eran “tímidos y reservados”. No tenían empleo y los tras subsistían gracias a la pensión de Ángela. Pero de un día para otro los vecinos dejaron de ver a la madre, y empezaron a sospechar, porque Pedro e Isabel evitaban hasta que un médico pudiera visitar a Ángela, que estaba ciega. Hace dos meses, alertaron a la Guardia Civil, que hoy ha destapado el crimen.