Hace un año, este joven de 25 años recibió una brutal paliza en la puerta de una discoteca de un pueblo de Pontevedra porque, dentro del recinto, le había llamado la atención a un grupo de chicos que se había metido con un amigo suyo. Las consecuencias, además de físicas - su madre ha dicho que su cabeza fue "como una pelota" para sus agresores - también han sido piscológicas:
"Nacho no puede salir de casa ni para comprar el pan. Tiene mucha ansiedad y hasta se da golpes en la cabeza con las paredes de su cuarto", contaba su hermana en 'Cuatro al día', cuando, al escucharla, su madre, Lupe, se ha puesto a llorar. Para ella, ver cómo le han "destrozado la vida a su hijo" ha sido algo tan duro que no sabe cómo "su marido y sus hijos la siguen queriendo". Ése es su nivel de sufrimiento.
Nacho no había querido mostrar la gravedad de sus heridas - él reconoció a dos de sus agresores - pero, un día, cuando escuchó en la televisión lo que, desgraciadamente, le había ocurrido al joven Samuel, tomó una decisión:
"Yo estaba viendo el telediario y él me preguntó que qué era esa noticia y , cuando vio lo que le había pasado a Samuel, y vio que le estaban persiguiendo, se sintió muy identificado. Mi hijo se dio cuenta de que él está vivo para contarlo y de que lo puede contar", ha explicado Lupe y por eso, ahora, ella y el resto de us familia denuncian tal violencia en los medios de comunicación.