Una joven vietnamita de 26 años es una de las 39 víctimas fallecidas en el camión que se dirigía al Reino Unido. Supo que iba a morir, tal y como transmitió en este mensaje de móvil a su familia que decía "lo siento mamá, me estoy muriendo. No puedo respirar".
Su cuerpo apareció congelado junto a los de las otras 38 víctimas. Viajaban en el contenedor frigorífico de un camión que se dirigía a Reino Unido. Un modo de transporte usado habitualmente por las mafias para trasladar a inmigrantes no europeos. En algunos casos el conductor es cómplice de la maniobra. En otros no sabe nada.
Las mafias les esconden ahí, a sabiendas de que esas cámaras se mantienen a bajas temperaturas. Esos termostatos pueden ser regulados desde la central de las flotas de camiones, ajenas a esta actividad delictiva, si detectan más calor que pueda estropear la mercancía. Otros lo hacen por su cuenta.
Es difícil estimar cuantas personas lo logran cada año. Estos casos suelen darse a conocer cuando llega la tragedia.
Hace cuatro años 71 personas fueron encontradas ahogadas en un camión en Austria. En el 2000, fueron hallados los cadáveres de 58 personas chinas en Dover, Inglaterra.
España también forma parte de este entramado de siniestras rutas hacia Reino Unido En 2002 cuatro personas fueron encontradas muertas en un camión procedente de Marruecos, en Villabona, Guipúzcoa. En 2004, tres marroquíes muertos aparecieron en una cuneta, después de que los abandonara el conductor del camión que los transportaba desde Algeciras.
Correr este riesgo es además muy caro. Según las familias de los 39 fallecidos en Essex, cada uno habría pagado 35.000 euros a los traficantes que se habían comprometido a trasladarles hasta Reino Unido, un precio muy alto por un futuro mejor que puede costarles también la vida.